lunes, 28 de abril de 2014

Capitulo 3.- Curiosidad

Capítulo Tres
Curiosidad.



—Jonghyun— llamo HeeChul, —Tú estarás a cargo del entrenamiento de MinHo— con-cluyo SiWon.
—¿Yo?— pregunto incrédulo Jonghyun, —¿por qué, yo?—
—No fue una pregunta, es una orden— le dijo Siwon, —¿acaso me estas cuestionando?— le pregunto con voz fuerte el Rey de los Caídos.
—N-no señor— dijo nervioso y se agacho en señal de sumisión y respeto.
—Perfecto, MinHo estará feliz— dijo con una sonrisa burlona HeeChul
—Maldito niño— susurro, para sí mismo Jonghyun, pero no lo suficientemente bajo para que MinHo no lo escuchara, —Soy tu príncipe, respétame— demando, el infante clavando su mirada en el mayor y sonriendo con malicia. 
—Esto será divertido, ¿verdad JongHyun? — le pregunto burlesco con clara intención de molestar a su mayor.
—Lo que diga, mi príncipe— derrotado y cansado, decidió no hacer caso a las provocacio-nes del menor.
—Madre, Jonghyun, no quiere jugar conmigo— acuso a su guardián con un lindo mohín en la boca y los ojitos tiernos apunto de derramar lágrimas.
—¡JongHyun!, que crees que hac.. — no termino de hablar, porque fue interrumpido por la mano de SiWon en su cintura.
—Rella, no consientas tanto al pequeño— le dijo en un susurro antes de besar sus labios, —JongHyun, espero que entiendas que a partir de hoy serás el guardián de MinHo y si algo le llega a pasar a Mi Hijo date por muerto— dijo SiWon viendo directamente a los ojos de JongHyun, este solo se inclinó, —y MinHo deja de molestarlo, él no es tu juguete— le hizo saber a su hijo.
El pequeño sólo torció la boca en clara señal de desacuerdo, pero no podía ir en contra de su Padre, así que solo asintió y salió del salón con JongHyun detrás de él, solo ese acto de sumisión de parte del antiguo guardián lo hizo sonreír victorioso.


No le quitaba la mirada de encima a la pequeña silueta a unos metro delante de él mientras mascullaba mil y un maldiciones; odió el momento en que sus caminos se cruza-ron; ¿por qué no escogió otro túnel por el cual caminar?, así cualquier otro caído se hubiera encontrado con aquél caprichoso infante, pero no, definitivamente tenía mala suerte.
—Jonghyun, ven— lo llamó el pequeño cuando se dio cuenta de que el guardián se estaba quedando algo rezagado.
Sólo contestó con un sonido gutural y apresuró el paso para internarse en las pe-numbras de los pasadizos, hasta que indagó por su destino.
—¿A dónde vamos?—, exclamó el mayor.
—A jugar—
—¿Eh? Pero eso no... tu padre te dijo que no soy un juguete—; al recordar que Siwon era al único que Minho parecía respetar lo mencionó para ver si así lo dejaba en paz.
Pero no tuvo respuesta, sólo sintió un tirón en su diestra y fue prácticamente arras-trado hasta una amplia cámara donde había algunos pozos de los cuáles surgían llamas.
Cuál no sería su sorpresa, cuando, al llegar a su destino, donde la iluminación era mayor, notó que Minho ya no parecía tener cinco años, sino nueve, tal vez diez.
Sin soltar a su guardián de su mano, e ignorando su sobresalto, el pequeño fue hasta uno de los hoyos de donde emergían las flamas y las tocó.
Rió nuevamente ante la sensación que le provocaba, era un cosquilleo en la palma de su pequeña mano; pero luego, su joven mente traviesa, y ahora con más malicia puesto que estaba desarrollándose de manera muy rápida, cruzó una maravillosa idea. Tomó con su dedo índice y el pulgar una llama y procedió a ponerla en las alas de Jonghyun.
—¡Hey! ¡No!— intentó zafarse de su agarre pero no pudo, Minho era muy fuerte; —¡no lo hagas!—, frunció el ceño molesto y levantó la voz, y no era para menos, sus alas eran de las cosas más preciadas que tenía.
Al ver que no tendría éxito, el infante hizo un mohín y entrecerró los ojos, parecía es-tar a punto de llorar al ver que no iba a lograr su objetivo ya que Jonghyun se comenzó a remover para que no le diera alcance a sus alas.
—Pad... —
—¡No!— el guardián lo interrumpió, no le convenía que llamara a su padre; —qq... qué te parece si mejor te enseño algunos trucos, ¿eh?—, trató de distraerlo, no quería en-frentarse a la furia a Siwon por no cumplir con los caprichos de su hijo, pero tampoco que-ría dejar que le calcinaran las alas.
—¿Truco?—
—Sí, así no sólo podrás tocar el fuego, sino que podrás crearlo con sólo chasquear tus dedos; mira, así—, lo hizo, creo una flama llamando la atención del menor, sus grandes ojos brillaron, ya había visto antes ese truco pero aun así le seguía pareciendo atractivo.
Exhaló aliviado, había buscado la manera de mantenerlo calmado y ocupado.
Pasaron las horas, y pronto Minho pudo manipular el fuego, no sólo con tocarlo, sino incluso con pensarlo.

MinHo comenzó a lanzar llamas a todos lados, le encantaba la sensación del fuego siendo expulsado de sus manos, una sensación de poder.
Continuo jugando a crear fuego, lanzarlo, apagarlo y volverlo a crear de la nada, su poder mental también iba haciéndose más fuerte, hasta que pudo ser capaz de dominarlo a su antojo, podía con una sola mirada pulverizar las piedras y, si así lo quería, lanzarlas al fuego; eso empezó a emocionarlo aún más, levantaba las piedras, las incendiaba y de esa manera las lanzaba como proyectiles a las paredes de la cueva. JongHyun estaba más que asombrado, él solo le había enseñado a controlar y crear el fuego pero MinHo había sobrepasado de sobremanera eso, ni siquiera con sus escudos del Nutum podía ser capaz de disipar un poco la fuerza que era expulsada del cuerpo de MinHo, una fuerza mística, que te impedía el respirar, un poder asfixiante.
Pero para MinHo eso estaba en segundo plano, el solo se divierta lanzando y que-mando todo a su alrededor, le era fascinante ver como las llamas del fuego lo consumían todo.
—Y... se supone que esto lastima a los humanos, ¿no?— preguntó Minho antes de aplaudir para extinguir la llamarada que había creado hacía unos minutos; para ese enton-ces ya lucía como un chico de quince años.
Meneó la cabeza de manera afirmativa, —así es, ellos no tienen un gran método de defensa; el Edén les provee de todo lo que necesitan, incluso el clima es templado; ante temperaturas extremas estarían perdidos.
—Tú... ¿lo has visto algunas vez?—
—¿Qué cosa?—
—El Edén, Jong, ¿qué más?—, frunció el ceño por lo a veces distraído que le pare-cía el guardián.
—Mm... Sólo una vez, cuando bajamos del cielo y nos adentramos a este mundo subterráneo, pero esa vez fue suficiente; no es la gran cosa como todos piensan—
—¿Ah, no?—
—No, es únicamente un lugar donde el Supremo quiso poner a sus creaciones—
—Entonces, vamos a ver— la sonrisa de Minho se ensanchó.
Parpadeó varias veces, pensó haber escuchado mal, —¿cómo dijiste?—
—Vamos al Edén—
—No— exclamó rotundamente.
—¿Por qué? ¿Qué no dijiste que no es la gran cosa?—
—No es eso, es sólo que tu padre es quien nos ha ordenado no salir a la superficie; sólo a veces tu madre lo hace, pero nada más—; le pareció extraño usar la palabra madre para referirse a Heechul, pero no tuvo otra opción, ya que eso es lo que había escuchado antes, eso es lo que había dicho su líder.
—Vamos, no seas miedoso— rió burlonamente el moreno.
—Minho; tienes todo el derecho de sentir curiosidad por lo que hay allá arriba, pero yo no soy el indicado para explicártelo. Será mejor que hables con Siwon—
—¿Qué? ¿Qué tiene de misterioso el edén? —siguió cuestionando a su guardián.
—Ya te he dicho que no soy en indicado, si de verdad quieres saber ve y pregúntale a tus padres— contesto JongHyun con un tono serio y viendo directo a esas grandes orbes color negros.
MinHo algo molesto por la actitud de JongHyun, dejo escapar un gruñido y salió del lugar para dirigirse a la sala en donde sabía se encontrarían sus padres, algo raro estaba pasando, lo presentía, y nació en él la necesidad de saberlo.
—Vamos, Jong— dicho eso, aceleró más el paso dirigiéndose al salón del trono.
—MinHo, espera— lo detuvo su guardián, antes de que se adentrara en la cueva.
—¿Ahora qué?— ladró ya molesto por la actitud de su cuidador.
—¿No crees que sería mejor seguir jugando? — pregunto un inseguro JongHyun, no sabía cómo se tomaría SiWon el hecho de que su hijo quisiera saber del Edén.
—No— contesto MinHo seguro y seco.
—Vamos MinHo; aún ahí trucos que no te he mostrado— trato de persuadir al prínci-pe del averno.
—NO, y maldición NO; Jong ya no soy un niño— dijo enojado, y el aire se tornó den-so y pesado a su alrededor, el ex-guardián sintió la presión y la mirada oscura del príncipe sobre su cuerpo.
—Tranquilízate, pensé que esto ya lo tenías dominado— trato de hablar lo más tran-quilo que pudo, aun cuando le estaba costando horrores respirar.
—Por supuesto que lo domino— dijo con una risa burlona en su rostro— ¿por qué crees que lo hago? — termino de decir, alzando una ceja y con la sonrisa torcida aun en los labios.
—Y, ¿no tenías prisa en ir a ver a tu padre? — le cuestiono Jong, para liberarse de su tortura de una buena vez.
—Pensé que querías evitarlo, “guardián” — el tono de su voz denotaba la burla.
—Como sea, vamos— Jong termino de hablar y comenzó a caminar el poco tramo que les faltaba para llegar con SiWon.
—¿Quién te crees para caminar delante de mí?— cuestión MinHo, con un tono serio y altanero.
—Adelante, príncipe del Averno— dijo JongHyun mientras extendía sus manos, e inclinaba un poco la cabeza, para darle paso al menor.
—Así está mejor— dijo con sorna MinHo, —es tan divertido jugar contigo— seguía burlándose sin detener el paso.
—Pensé, que habías dicho que ya no eras un niño— dijo el guardián, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, al ver como el gesto burlón se borraba por completo de la cara de Minho.
El menor solo desvió la mirada ante el comentario de JongHyun y continuo caminando, se adentró en el salón del trono, para poder hablar con sus padres.

—Padre— llamó a SiWon, con voz seria y agachando la mirada en signo de respeto.
—MinHo, bebé— la cantarina voz de su madre se escuchó en todo el recinto, —Y ¿a mí no me saludaras, pequeño príncipe mío?— lo cuestionó HeeChul, con la cara seria y la mirada sobre su cuerpo, pero por el tono de voz que había usado, MinHo sabía que su ma-dre solo estaba jugando.
—Madre— dijo con una sonrisa en sus labios, viendo a HeeChul a los ojos, —Madre, ya no soy más un niño— dijo divertido, al ver la expresión en el rostro de HeeChul.
—Para mí siempre serás mi bebé— declaró, haciendo un mohín con los labios, y abrazando por el cuello a SiWon.
—Hijo, ciertamente has crecido— dijo su padre tomando de las caderas a su Rella que se encontraba sentado en su regazo, —¿qué es lo que necesitas? — demando SiWon con voz seria.
—Padre, yo, quiero ir al Edén— lo dijo, claro y sin despegar la vista de sus padres, —pero JongHyun no quiere llevarme— dijo berrinchudo, lo que saco una clara carcajada de la boca de su madre.
—JongHyun— llamo el Rey del averno al guardián, —¿Por qué le has hablado a MinHo de lo que existe arriba? — cuestionó, con la voz autoritaria haciendo retumbar la caverna, el antiguo guardián del Nutum paso saliva y dio un paso al frente.
—Y-Yo, no le hable del Jardín, fue él quien me preguntó— explicó un poco inseguro de sus propias palabras.
—Así es padre, fui yo quien le preguntó, no veo que es lo misterioso es todo esto— dijo ya más serio y un poco molesto por la actitud de los mayores.
—Está prohibido ir arriba— la voz de SiWon salió áspera y fuerte, poniéndose de pie junto a HeeChul.
—No veo porque no pueda ir— contraatacó MinHo claramente enojado y encarando a su padre.
—¡No; he dicho y es una ¡orden!— grito SiWon mientras se ponía de espaladas mos-trando sus oscuras alas.
—¡Pues yo quiero ir!—MinHo alzo la voz casi tan alto como su padre, pero la mirada seria que le dirigió su madre, lo hizo quedarse en su lugar, —¿Qué es lo misterioso que tiene ese dichoso jardín? — continuó insistiendo el menor.
—Sé que tienes curiosidad, cariño— dijo Heechul con voz suave, bajando el par de escalones que elevaban el trono para acercarse a su hijo, —Pero entiende, no es conve-niente que los humanos sepan que estamos aquí— explicó y acarició suavemente una de sus mejillas.
—Madre, no entiendo ¿Por qué tenemos que escondernos?— cuestionó serio, pero con la voz más baja, mientras retiraba la mano de HeeChul de su rostro.
—¡Basta! — gritó de la nada SiWon, —No estamos escondiéndonos, solo que aun no llega el momento de que sepan que estamos aquí—, también bajó para acercarse a su familia.
—Pero yo quiero saber cómo es— seguía insistiendo, —¿Por qué no me dejan subir solo por una ocasión? — pidió, con toda la ilusión de un niño pequeño reflejada en sus ojos.
—¡NO! — exclamó HeeChul, y se abrazo a SiWon, —No, iras MinHo— se tranquili-zó tras su extraño cambio de humor.
—Madre— protesto el menor, —¿Qué tiene ese lugar, que no me dejan ir a ver? — seguía cuestionando, ya que con cada negación, su curiosidad crecía, ¿qué ocultaban sus padres?
—MinHo, cariño— le habló con voz suave y una vez más acercándose a él, —creo que tienes derecho a saberlo— dijo en un susurro HeeChul, los presentes apenas fueron capaces de escucharlo.
—Rella— lo llamo SiWon, como asegurándose que su compañero estuviera bien; una vez que hizo miró al guardián, —JongHyun, puedes retirarte—
—Como, ordene, mi señor— el nombrado hizo una venia y salió en silencio del salón del trono.
—MinHo, como ya sabes, tú eres Nuestro hijo— dijo HeeChul, y una sonrisa de or-gullo adornó su rostro, el menor sólo asintió con la cabeza y sonrió del mismo modo que lo hacía su madre; —por eso eres el príncipe del averno— concluyó HeeChul
—Pero MinHo, nosotros no podemos procrear— dijo SiWon señalándose a sí mismo y a su amante.
—Entonces, ¿de dónde salí yo? — pregunto el más joven, claramente confundido por la reciente declaración.
—Y-Yo, te encontré— dijo HeeChul un poco inseguro de la reacción del menor ante lo que estaría por decir.
—¿Me encontraste? — volvió a preguntar, sus ojos grandes y negros denotaban du-da y confusión.
—Así fue, Rella, te encontró en una de nuestras cuevas— siguió explicando SiWon.
—Eras tan pequeño, eras una cría de humano—termino de decir su pareja, agarran-do fuertemente la mano del rey del averno.
—¡¿Soy una cría de humano?! — gritó, MinHo, claramente confundido.
—No; dije que lo eras— aclaro rápidamente su madre.
—Tú, eres el príncipe del averno— dijo orgulloso SiWon, de su trabajo.
—Los humanos no te quisieron, ellos apenas saliste del cuerpo de tu madre y vieron que eras diferente, no dudaron en golpearte y arrojarte a mis brazos— dijo HeeChul, serio; —la luz del creador tardo en bajar por ti, así que yo te reclame como Mío— concluyo con su explicación, mientras una sonrisa nacía en sus labios.
—Rella te dio una de sus Alas, para que fuera tu corazón y yo, YO te di mi sangre, para que volvieras a nacer— concluyo SiWon satisfecho.
— ¿Cómo que era diferente? — esa fue la primera pregunta que salió de los labios del pelinegro.
—Tú, no tenias un brazo completo y tu cara no estaba del todo formada, no sé si fue-ron por los azotes o porque así naciste— declaró HeeChul.
—Mi Sangre y el Ala que te dio Rella, fue lo que te dio la vida MinHo, espero nunca lo olvides— concluyo el rey del averno, mirando seriamente a su hijo.
—Nunca lo olvidaría Padre— respondió convencido MinHo
—Es por esa misma razón, que creces más rápido y tus habilidades son especia-les— dijo lleno de orgullo y satisfacción HeeChul, —y por eso no puedes ir arriba cariño—
—Quiero ver a los humanos, y agradecerles personalmente el dejarme en tu puerta madre— dijo tras analizar la situación unos segundos, y dibujándosele una sonrisa malicio-sa en los labios, —quiero escuchar el sonido de sus huesos quemándose por mis llamas— y en sus pupilas negras se vio reflejada la misma llama del infierno que ardía en MinHo.
—Me gusta tu plan Hijo— declaró SiWon, —eso sería perfecto; la creación más pre-ciada y amada del Supremo, reducida a cenizas— concluyó compartiendo la misma sonri-sa y mirada oscura que su primogénito. 
—Quiero ser yo quien lo queme todo, Padre— reafirmo el príncipe del averno.
—Que así sea— contesto HeeChul, viendo divertido y compartiendo los planes de su amante y su hijo.
—La criatura que los humanos y el supremo rechazaron será la que los condene a su fin— el susurro de la voz fría de HeeChul sorprendió a ambos.
—Madre— lo llamo MinHo, —¿Puedo ir al edén entonces?, quiero ver la maravillosa obra del supremo— lo ultimo lo dijo en un tono burlesco y la curva de sus labios era prueba de eso.
—Sí, puedes ir— contesto HeeChul, y los ojos de MinHo se llenaron de un brillo ma-licioso, —pero JongHyun te va a acompañar— 
—Madre— replicó, —puedo ir solo, soy el príncipe después de todo— dijo tratando de persuadir a su madre.
—JongHyun ira contigo, y es mi última palabra— dijo serio SiWon, antes de mar-charse a sus aposentos.
—Ya escuchaste a tu padre, cariño; ahora ve a descansar— le dijo en tono cariñoso a su hijo.
—¿Dónde voy a descansar? — preguntó, con una sonrisa en los labios y con un tono de voz curioso.
—Tus aposentos están la cueva, al lado izquierdo de la nuestra— contesto HeeChul, divertido ante las miradas y caras que ponía su hijo.
—Entonces, primero tengo que informarle a Jong que mañana iremos al Edén— dijo MinHo mientras caminaba rumbo a la salida del salón del trono.
—¿Tan impaciente estás? — le pregunto burlón su madre, —puedes comunicarte con él, solo llamándolo en tu mente—
—¿De verdad? — le cuestiono divertido MinHo.
—Sí, cariño, después de todo somos seres divinos— dijo mofándose de su propia afirmación.

2 comentarios:

  1. Es increible lo rapido que crece Minho y su maldad.
    Gracias por el capitulo ^o^

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  2. Pobre Jonghyun, ese Minho lo trata muy mal y es pura maldad, amo este fic unnie... ya quiero saber de Taemin

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