miércoles, 9 de enero de 2013

M.C. Capitulo 4.- Recuerdos y descubrimientos inquietantes



Al salir, la humedad le dio en la cara a Taemin como si fuese una sábana caliente y húmeda. Vamos ‑dijo Minho, tomándolo por un brazo, ya que el menor se había detenido para intentar que aquel aire cargado de tanta humedad entrase en sus pulmones‑. Hay una limusina esperándonos. Subamos antes de que nos derritamos.


Una vez dentro, el coche se puso en movimiento con un una silenciosa suavidad, y Taemin dejó caer la cabeza sobre el respaldo de piel del asiento. Se sentía como un pez fuera del agua, mientras que Minho parecía tan despierto y fresco como cuando habían salido de su casa aquella mañana... le había pasado ya otro día?


‑ ¿Qué hora es? ‑le preguntó, completamente desorientado.
‑Casi las doce, hora local. Las cuatro de la mañana más o menos para nosotros.
¡Así se sentía el menor como si estuviera caminando dormido! Incluso le costaba enfocar la mirada.


El coche se fue abriendo camino a brazo partido entre el tráfico denso y entro en un túnel que supuso debía llevarlos a su hotel en el centro de Seúl. Al salir, empezaron a moverse entre filas de altísimos edificios donde el esplendor de las puertas de cristal y aluminio se mezclaba con la decadente piedra colonial.


Se detuvieron frente a un elegante edificio de puerta porticada y con botones uniformados en blanco que se apresuraron a abrirles las puertas del coche.


‑Bienvenidos, señor y señor Choi.
El joven coreano que se inclinaba levemente ante ellos sorprendió a Taemin al dirigirse a ellos por su nombre, pero no parecía sorprender a Minho.
‑Mi esposo está agotado, Park ‑le dijo con la informalidad de quien frecuenta el lugar‑.¿Tenemos la suite de costumbre?
‑Sí, señor ‑con un chasquido de sus dedos, otros dos botones se apresuraron a sacar su equipaje de la limusina‑. Si son tan amables de acompañarme, nos ocuparemos de las formalidades.
Y abrió la marcha hacia el interior, mientras que ellos lo seguían en silencio, Taemin algo desbordado por aquel trato tan especial y Minho guiándolo suavemente por el brazo.


Siempre había sabido que era un hombre importante; al fin y al cabo, estaba a la cabeza de la enorme Corporación Choi, pero había imaginado que aquella clase de trato estaba reservada para dignatarios gubernamentales y estrellas de cine.


Registrarse les costó apenas unos segundos y después Park les condujo hasta los ascensores, invitándolos cortésmente a entrar para después subir él y poner el ascensor en movimiento.


Taemin se sentía tan cansado que hasta tuvo miedo de desmayarse, de modo que cuando Minho le paso un brazo por los hombros y lo acercó para que se apoyase en él, no se resistió.


‑Aguanta un poco más ‑le dijo en voz baja‑. Ahora podrás darte una buena ducha antes de que salgamos a comer.
-¿A comer? Lo único que quiero hacer es meterme en la cama ‑le dijo, conteniendo un bostezo.
‑Pues me temo que no vas a poder hacerlo. La mejor forma de combatir el cansancio por la diferencia horaria es luchar contra el. Si pasas el resto del día sin dormir y te acuestas esta noche, mañana lo sentirás mucho mejor. Confía en mí ‑añadió, al ver su mirada de protesta.
‑Confía en mí ‑sus palabras favoritas‑. Un día de estos ‑contestó, ahogando otro bostezo‑, voy a impedirte que sigas mangoneándome así, Minho.
‑¿De verdad? Me alegro de saberlo.
Taemin lo miró buscando su expresión, pero como siempre su rostro no revelaba nada.


Aquel hombre era un enigma. Un completo enigma.
Su habitación era una lujosa suite, pintadas en un intenso morado oscuro y cortinas en damasco blancas. Apenas tuvo tiempo de fijarse en el espacioso salón con sus elegantes sofás y la preciosa mesa de comedor antes de que Minho volviese a sujetarlo por un brazo.


Park se había marchado ya y Minho lo hizo pasar por otra puerta.


Era el dormitorio, amueblado en los mismos tonos pero con una enorme cama cubierta con un edredón de color negro con detalles lilas.


‑El baño está ahí ‑dijo Minho, señalándolo con un gesto de la cabeza‑. Ve y date una ducha para despertarte mientras yo me ocupo de las maletas.


Veinte minutos más tarde, envuelto en una bata de baño blanca como la nieve que había encontrado colgado tras la puerta del baño, volvió a entrar en el dormitorio para encontrarse con que el equipaje ya había sido deshecho y colgado en el armario.


Y colgado en la puerta del guardarropa estaba ya lo que tenía que ponerse. Minho había seleccionado una camisa tres cuartos un poco holgada en un tono gris con botones negros brillante, un pantalón ajustado en color negro y un cinturón de piel en color negro. Era la primera vez que veía aquella Camisa... la Camisa y el pantalón junto al cinturón colgado junto a él. O los zapatos de piel negros perfectamente colocados en el suelo, así como la ropa interior de seda que lo esperaba sobre la cama.


Con el ceño fruncido, abrió las puertas del armario. Fue una sorpresa. No había nada suyo allí dentro.


-¿Pero qué demonios...? -Entonces empezó a recordar.
Desde el momento en que salió de casa de sus tíos, no había vuelto a ver ni una sola maleta suya. Algunas de las prendas que con tanta ilusión había comprado para su luna de miel con Siwon habían aparecido en el armario de la casa de Minho, pero la mayoría no, así como las maletas.


‑¿Te sientes mejor?


Minho apareció en la puerta del dormitorio, y Taemin hundió las manos en los bolsillos de la bata de baño antes de darse lentamente la vuelta.


‑¿De dónde ha salido todo esto? ‑le preguntó.
Hubo una breve pausa.
‑¿Por qué? ‑preguntó sin darle importancia‑. ¿Es que no te gusta?
‑No es cuestión de que me guste o no. Simplemente no son mis cosas.
‑Ah, es que son nuevas ‑le explicó‑. Envié tu talla aquí por fax para que todo te quedase bien....
-¿Un fax? ¿Adónde, y a quién?
-¿Pero dónde están mis cosas?
‑En Inglaterra ‑se encogió de hombros y consultó el reloj‑. Tengo un par de llamadas que hacer antes de que...
‑¡Minho! ‑lo llamó, antes de que pudiera darse la vuelta‑. ¿Has... desechado todas mis cosas? ‑le preguntó con incredulidad.
‑¿Querías volver a verlas? ‑preguntó él, taladrándola con el frío de su mirada.
‑Pues... no ‑admitió, sintiendo que el rubor tenía sus mejillas‑. Pero...
‑Nada de peros. No habrías podido volver a mirarlas, y yo tampoco, así que me deshice de ellas, ¿de acuerdo? Y aunque no te parezca bien, ya es demasiado tarde. Ahora eres mio, Taemin ‑añadió‑. No de Siwon, y las cosas que compraste para complacerlo a él, no me complacen a mí.


‑¡Pero me costaron mucho dinero, Minho!
‑¿Qué dinero? ¿El de Siwon?


Hizo una mueca desagradable con la boca cuando el menor bajó la mirada. Sí, Siwon había pagado todo su ajuar de novia. Él no era más que un secretario de un nivel básico que necesitaba todo su salario para vivir. Y como Siwon le había puntualizado mientras hablaban de la luna de miel, en cuanto se casara con él pasaría a ser responsabilidad suya, así que ¿por qué no pagar por la clase de ropa que su futuro esposo debería llevar?


‑Entonces, no hay por qué preocuparse ‑dijo Minho‑. Porque cualquier dinero que Siwon se haya gastado contigo ha salido de mi bolsillo, así que esa... extravagancia es sólo problema mío. Vístete ‑ordenó, y sus ojos destilaron rabia‑. Tenemos una cena de negocios a la que asistir esta noche y hemos de atravesar la ciudad para ir a mi oficina a recoger algunos documentos que tengo que estudiar antes de que nos encontremos con esa gente.


‑¿Nosotros? ‑la alarma la dejó sin respiración‑. Pero a mí no me necesitas para...
‑Escúchame ‑le dijo; en un abrir y cerrar de ojos, se había acercado al menor y lo sujetaba por los hombros‑. A los ojos de todas las personas que importan, somos esposos. Y tu deber como mi esposo es estar a mi lado en los actos sociales. ¿Es pedir demasiado?
‑No... Claro que no.
‑Bien. Entonces, ¿vienes conmigo a mi oficina o prefieres quedarte aquí lamentándote por tu ajuar perdido?


Eran palabras fuertes, deliberadamente incisivas, y Taemin no comprendió por qué de pronto lo atacaba de esa manera. No tenía sentido.


‑Iré contigo ‑concedió‑. Y sólo para que lo sepas ‑añadió, en un raro impulso desafiante‑, me importa un comino lo que hayas hecho con mis otras cosas. ¡Lo único que no aguanto es que pretendas decir que sólo me movía el dinero! Yo estaba enamorado de Siwon, e iba a casarme con el por el hombre que pensé que era... y no por lo que pudiera obtener de él!


‑Me resulta curioso que utilices el pasado para hablar de ello ‑espetó‑. ¿Con tanta facilidad se desvanece el verdadero amor, Taemin?


Su crueldad anuló el breve destello de carácter con tanta facilidad como si fuese polvo esparcido por el viento.


‑Mira ‑continuó, apartándose de Taemin con impaciencia‑, te agradecería que te dieras prisa. Yo sólo tengo que darme una ducha y cambiarme de ropa para...
-¿Qué... qué quieres decir?
Minho se volvió de nuevo y lo miró con atención.
‑¿Sobre qué?
Taemin hizo un gesto vago con la mano.
‑Minho ‑le dijo con los labios repentinamente secos‑, yo... no iremos a... compartir ésta habitación, ¿verdad?
‑Por supuesto que sí‑ contestó él, y entornó los ojos cuando la sombra de color que le quedaba en las mejillas desapareció por completo.


Taemin lo miró horrorizado. ¡En aquella habitación sólo había una cama!
‑No ‑gimió, y la alarma la laceró con miles de agujas‑. Eso no es justo. Yo... he hecho todo lo demás que me has pedido, Minho, pero no pienso dormir contigo en la misma cama.
‑¿Por qué no? ‑le preguntó, con tanta arrogancia que hasta deseó abofetearle‑. Que yo sepa no es pecado que marido y mujer compartan cama.
‑En este caso, sí ‑contestó, intentando mantener la calma para que él no se diera cuenta de lo cerca que estaba de la histeria. ¿Dormir con él... cerca de él? Taemin dijo que no con la cabeza. Simplemente no podía hacerlo, y le dolía que Minho lo esperase‑. El trato que tenemos tú y yo es. Sólo para lavarle la cara a todo esto.


‑Exacto –contestó él, con una calma casi insultante‑. Esta es la mejor suite con cama de matrimonio del hotel, la que yo usé siempre que venía aquí. La gente me conoce en este hotel, Taemin. ¿Qué crees que pensarían si de repente pidiera una de dos camas, precisamente cuando vengo acompañado de mi flamante esposo?
Taemin tragó saliva. Era consciente de que no podía decir ni un sólo argumento en contra. Y Minho lo sabía también.
Entonces el teléfono de la otra habitación sonó.
‑Sé bueno y empieza a vestirte ‑le dijo cuando se volvió ya para ir a contestar‑. Se ha hecho tarde, así que voy a pedir que nos suban la comida a la habitación. Diez minutos, Taemin ‑, concluyó.
No era de extrañar que fuese un brillante hombre de negocios, pensó al quedarse mirando el espacio vacío que había quedado en el lugar que antes ocupaba Minho. Era capaz de hacer trizas cualquier discusión sin tener que esforzarse.
Y lo mejor sería que no lo olvidara nunca, se dijo dejándose caer sobre la cama boca arriba. Trabajando para la Corporación Choi, habría tenido que ser sordo y ciego para no saberlo todo sobre el hombre que le pagaba el salario. Y no es que hubiera tenido oportunidad de verlo en el gigantesco rascacielos que albergaba las oficinas de su compañía. Excepto una vez, antes de que hubiera conocido a Siwon.

Flashback

Un día en el que se encontró accidentalmente mezclado en una columna de hombres que salían de una de las plantas ejecutivas del edificio. El Caminaba por el pasillo cargado con un montón de expedientes que había recogido en el departamento de archivo; y no había tenido oportunidad de hacerse a un lado ante la manada de trajes con corbata que se le habían venido encima.


Uno de aquellos hombres con aspecto casi de toro y un ceño de pocos amigos le había golpeado con tanta violencia en el brazo al pasar que los expedientes habían salido disparados hacia un lado y Taemin hacia otro. Aquel pedazo de bruto ni siquiera se volvió para disculparse, sino que fue Minho, el mismísimo Minho, quien se dio la vuelta para ver de dónde provenía el estruendo, quien había retrocedido para disculparse por el accidente y quien le había preguntado si se encontraba bien.


El golpe lo había dejado casi sin respiración y el hecho de que reconociera inmediatamente al gran jefe blanco lo había hecho enrojecer.


Esperó que se marchase tras contestarle en un murmullo casi intangible que se encontraba bien; de hecho hubiera deseado que fuera así, pero no, sino que él también se puso de cuclillas, de modo que los pantalones oscuros se estiraron sobre sus muslos de atleta para ayudarlo a recoger los documentos y meterlos de nuevo en sus expedientes correspondientes.


Y eso había sido todo, aparte de susurrarle las gracias justo antes de que él volviera a ponerse en pie. Había sido entonces cuando sus miradas se habían cruzado. Sólo una breve fracción de tiempo en la que el mundo pareció detenerse al tiempo que él clavó sus grandes ojos grises en el. Después, y tras una leve inclinación de cabeza, Minho dio media vuelta y se unió a la horda de impacientes vasallos.


Taemin se había imaginado que aquél sería el final del incidente, pero para sorpresa suya, varias horas más tarde, el mismo hombre que lo había arrollado en el pasillo se acercó a su mesa a disculparse, algo que lo había dejado atónito preguntándose quién lo habría enviado y, sobre todo, cómo lo había encontrado, ya que él era sólo un secretario más entre el ejército de secretarias y secretarios que llenaban todas las mesas de aquella planta.


Fue unas semanas más tarde, cuando lo enviaron a realizar un trabajo urgente para Siwon, y precisamente durante el encuentro en que ambos descubrieron la atracción que sentían el uno por el otro, cuando él se refirió al incidente y le contó que Minho se había subido por las paredes con aquel tal lack Mellor, espetándole delante de todos los demás que si no era capaz de tener unos mínimos modales, no sabía qué demonios hacía trabajando para él.


Entonces no había reparado en el hecho de que sólo Minho se había preocupado lo bastante como para detenerse. Sólo Minho lo había considerado como algo más que el estrépito incidente, que era como Siwon parecía considerarlo también.

End Flashback


Siwon. Un peso le aplastó el pecho. Siwon, el Mayor y atractivo de los hombres Choi. Siwon, el menos complicado, el más jovial.
Y también el más superficial, el más egoísta, el más...


‑¡Taemin!
Aquella voz áspera llamándolo desde la otra habitación le abrió los ojos.
‑¡Voy!‑contestó, levantándose inmediatamente de la cama luchando contra una mezcla de fatiga y tristeza.


Miró entonces la cama y se imaginó asi mismo con Minho acostados viéndose mutuamente.


‑No ‑susurró‑. Nunca. Minho no me quiere para eso. Lo sé.
Y con esa tranquilidad se vistió, decidido a comportarse con la misma frialdad que él en lo referente a aquella situación.


Aunque hacerlo le costase la vida.


Un camarero dejaba el carrito de la comida junto a la mesa justo cuando el menor entró en la habitación contigua. Atraído por el delicioso aroma del café recién hecho, se acomodó a la mesa, evitando cuidadosamente el contacto visual con Minho.


El teléfono sonó de nueve mientras se servía una taza y fue sólo cuando Minho caminó hasta el otro extremo de la habitación en el que estaba el teléfono cuando se dio cuenta de que había una gran mesa de pacho en madera de cedro en la que no había reparado antes, llena casi a rebosar de documentos.


‑¿Café? ‑le ofreció, intentando parecer cómodo cuando en realidad estaba tenso como la cuerda de un piano‑. ¿O prefieres ducharte primero?
El consultó el reloj y suspiró.
‑Café. Sólo y sin azúcar.


E hizo un visible esfuerzo por relajar la tensión de los hombros. Apenas había dado un paso hacia la mesa cuando el teléfono volvió a sonar; con otro suspiro, descolgó de un tirón.


‑No más llamadas durante la próxima media hora ‑le dijo a quienquiera que estuviese al otro extremo del hilo, colgó y fue a sentarse a la mesa.


Taemin le ofreció la taza y tomó un sorbo de la suya mientras lo observaba en silencio. El levantó la mirada e intentó sonreír.
Por alguna razón, aquella sonrisa le derritió algo dentro, le dio coraje para sonreír también y para hacerle una pregunta.
‑¿Siempre trabajas a este ritmo?
‑Es uno de los precios que hay que pagar por ser un hombre de negocios de altos vuelos ‑se burló.
‑Demasiado trabajo y poca diversión ‑bromeó el menor también.
Sus ojos cobraron vida de pronto.
‑No todo es trabajo ‑le corrigió, y vio como el color aparecía en las mejillas de Taemin.


Siwon se lo había contado todo sobre las mujeres del gran Choi Minho. Y si ¿se le podía creer?, de lo cual ya no estaba seguro, las mujeres de Minho eran muy hermosas, muy sofisticadas y muy independientes... mujeres de éxito personal que no le exigían demasiado y que aceptaban ceder el primer puesto al trabajo.


Con pelo aún húmedo y la mandíbula libre de la sombra que la había oscurecido antes. No miraba a Taemin, sino que se concentraba en alinearse los puños de la camisa con los de la americana. Afortunadamente, porque así no lo vio contener la respiración cuando los sentidos le reaccionaron ante su indescriptible atractivo.


‑No ‑contestó.
Entonces alzó la mirada. Quizás la agitación se reflejase en su voz. En cualquier. Caso, él lo miró atentamente, explorando su palidez, su confusión.
‑¿Qué ocurre?
‑No... Nada. ¿Necesitaré la chaqueta?
‑Fuera puede que no ‑contestó tras una mínima pausa; no le había creído‑. Pero los edificios tienen aire acondicionado y puede que tengas frío. Además ‑añadió, acercándose a recoger la chaqueta en cuestión‑, a pesar del calor, la gente se viste aquí de una forma bastante conservadora. Sin la chaqueta, pareces un turista. Con ella ‑añadió, poniéndosela sobre los hombros‑, pareces el elegante esposo de un hombre de negocios.


Dio la vuelta para ponerse frente al menor y su olor a limpio lo inquietó aún más. Minho era bastante más alto que el, de modo que su barbilla quedaba en línea con sus ojos.


‑Taemin ‑murmuró en voz baja‑, si lo que te preocupa es que ésta noche tengamos que dormir en la misma cama...
‑¡No!
‑¿Ah, no? ‑se burló‑. Pues sin duda hay algo que te preocupa.
Y con dos dedos, le hizo levantar la barbilla.
‑Es que... no me parece bien ‑le explicó‑. Toda esta... intimidad con un hombre que apenas...
‑¿Que apenas te gusta?
‑¡Yo no he dicho eso! ‑protestó. Ojalá le diera el espacio que necesitaba para desenredar la madeja de sus emociones‑. Eres un hombre difícil de...
De ignorar iba a decir, pero no lo hizo porque sabía que él no lo comprendería. Pero ése era exactamente el problema que estaba teniendo en aquel momento. Necesitaba, deseaba ser capaz de ignorarlo como hombre de carne y hueso sexualmente atractivo, pero no podía. A cada minuto que pasaba se daba cuenta de que era un hombre del que podía enamorarse con suma facilidad.
-¡No!
‑¿Nos vamos? ‑le dijo, rogándoselo con la mirada, y con tanta ansiedad que Minho suspiró exasperado.
‑Claro. ¿Por qué no?
Y lo soltó.
Lo había ofendido. Una vez más.

8 comentarios:

  1. ¡Dios! Siento que ciertas sospechas que tenía eran correctas, me emociono, porque voy por muy buen camino como detective xD

    Por favor no tarde en subir el próximo capítulo, necesito saber más sobre esta relación del 2min ¡wow!

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  2. Eres malvada…

    Continua pronto, estaré esperando.

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  3. Por fa, continua pronto el fanfic!! Por fin lo encontré después de no verlo más en amor-yaoi T.T!!!

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  4. Please,please, continualo, ya quiero saber que tanto tiempo se tardara Tae en caer ante Minho

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  5. Gustas verme por aquí seguido, o eso creo yo porque siempre me das motivos para molestarte con comentarios desesperados… Apiádate de mi, sube capítulo.

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    1. no es eso simplemente que luego no me llega la inspiracion.... pero ya voy a empezar a actualizar todos los fines de semana... okis... bsos!!
      hinayaoi!!

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  6. Holiss sube pronto la actualizacion me encantan tus fic

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  7. omo...tae ya habia visto antes de conocer a siwon a minho...y le habia tenido cierta reaccion ante él..omo espero q no falte mucho para q ellos logren enamorarse... :)

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