sábado, 3 de noviembre de 2012

Acto XV.- Sulli


“¿Por qué vino Sulli?” pregunto Minho en cuanto el mayordomo ingresó en su habitación.

Sulli era una prima por parte de la familia de su padre, era siete años mayor. Específicamente, era la hija del hermano menor de su padre el fallecido Lord Choi.

En la ley inglesa, los derechos aristocráticos únicamente se heredan al hijo mayor. Si no hay hijo, la línea de la familia termina ahí.

El tío de Minho, el segundo hijo, había sido criado como el hijo de Lord Choi, sin embargo jamás había obtenido un status de noble.

Estas circunstancias habían afectado profundamente al hombre. Como no podía poseer un titulo, se había obsesionado con dirigir la empresa de la familia Choi.

Su deseo se había incrementado después de la muerte del padre de Minho.

El padre de Minho parecía haber anticipado este desarrollo por lo cual había nombrado al primo de Minho del lado materno Gordon, como beneficiario de todo, en caso de que su heredero no cumpliera con sus funciones.

Si Minho no se casaba, de acuerdo al testamento, el control total de la compañía pasaría a Gordon. Si eso sucedía el tío Stuart, quien era el que actualmente se encargaba de manejar la compañía, se vería forzado a dejar el control.

Por supuesto el tío no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como sucedía todo esto.

Era natural pensar que el arreglo de matrimonio con la chica Simon, el cual había conllevado a un contrato con Taemin, era obra de las manipulaciones de su tío.

Como su padre, Sulli era una mujer rica de ambición. Ocho años atrás, se había casado con un magnate americano, así que  Minho había asumido que ella aun se encontraba viviendo con él en América.

No podía ni imaginarse la razón por la cual había venido a Dosett. Tenía un mal presentimiento de todo esto.

Una mirada avergonzada apareció en la cara del mayordomo.

“¿Sabía usted que se divorció?”

“No, no lo sabía.” Respondió Minho. “Podría decir que esas noticias  son un tanto inesperadas.”

“La señorita Sulli regresó a Inglaterra,” el mayordomo continuó. “Y ella cree que usted debe casarse con ella.”

“¿Cómo?” Minho recibió la información bastante inesperada.

“Bueno ya que ha llegado a este punto, anciano, dime, ¿Quién fue el responsable de arreglar el matrimonio con la chica Simon?”

“El amo Stuart fue el responsable, señor.” El mayordomo dijo con un tono reacio. “Los dos consideramos que el arreglo era para su beneficio.

 El amo Stuart seguiría manejando el negocio de la familia. Y si me permite agregar, habiendo conocido al amo Stuart desde su infancia, preferiría que siguiera así en vez de ser transferida al amo Gordon.”

 “Como lo había sospechado,” Minho dejó salir un suspiro.

El viejo mayordomo había servido a la familia Choi desde la generación de su abuelo, así que obviamente había cuidado de Stuart.

Minho no tenía ninguna opinión favorable de su tío, sin embargo el mayordomo se inclinaba más a el que a Gordon.

“Hicimos la selección con mucho cuidado,” el mayordomo dijo insistentemente. “De todas las mujeres nobles de edad apropiada, buscamos a la más hermosa y de buena personalidad, la que fuera la más apropiada para usted.”

“Lamento haberte hecho pasar por tantos problemas,” Minho dijo sarcásticamente.

“No, eso ya no importa,” dijo el mayordomo “No lo presionaré más. Debe casarse rápidamente con esa chica que trajo.

La señorita Sulli está hablando en serio. Al principio, el amo Stuart simplemente se rió de la idea, pero la señorita Sulli lo convenció y al parecer ahora está a favor del matrimonio también.”

“Así que es mi tío el que ha estado bloqueando los reportajes de mi compromiso,” murmuró Minho.

“Todo lo que deseo es que usted se case, Amo Minho,” confesó el mayordomo. “Pero preferiría que fuera alguien, cualquiera… menos la señorita Sulli.”
Aun recordaba claramente como Sulli se había comportado de niña, su temperamento explotaba cada vez que sus deseos no eran cumplidos, gracias a su crianza tan consentida.

Minho le sonrió al anciano, “Relájate, anciano. De ninguna manera me casaré con Sulli.”

Todo lo que recordaba de Sulli era su brillante cabellera crobriza y sus ojos marrones.

Comportándose como le daba la gana, había habido ocasiones en el que el mismo Minho la había considerado ofensiva y también ocasiones en las que la envidiaba.

 “Cambiando de tema, Amo Minho…” el mayordomo dudo un poco.

“¿Qué pasa anciano?” le preguntó Minho.

“¿Podría repetirme el nombre de la mujer joven que trajo con usted el día de hoy?” finalmente preguntó el mayordomo.

“Lee. Es Le-e,” Minho le instruyó al mayordomo.

El excelente sirviente siempre recordaba los nombres y rostros de todos los invitados de su amo, pero había tenido dificultades de recordar el nombre de Taemin y se sentía un poco frustrado al respecto. Había sonado tan extraño como para memorizarlo.

“Lee…Lee…” repetía el nombre de Taemin como si fuera un rezo.

Después de que el mayordomo se fue de la habitación, Minho soltó un suspiro.

Con honestidad no le interesaba el titulo o su fortuna.

Su padre siempre había estado ocupado con su trabajo y jamás se había quedado en casa. Y su madre se había distraído de la falta de su padre haciendo nada más que trabajo de caridad.

 No importaba que tan buen estudiante fuera Minho en el colegio, sus padres jamás se habían molestado en volver a verlo.

 El joven Minho había tolerado esta situación pacientemente. Sus deseos habían sido encerrados.

Tal vez era un irónico giro en su vida, que sus dos padres, a los cuales casi nunca miraba, hubieran muerto en un accidente de tránsito.

 El querer recibir afecto de sus familiares parecía un deseo modesto.

En una familia normal, esa situación se hubiera dado por sentado.

Lo habían ignorado por su dinero y su posición y el no estaba relacionado con ninguna de esas cosas.

No solamente eso, pero no le habían traído más que problemas.

Minho no podía recordar la cantidad de personas que se le habían acercado por su titulo y fortuna. Hombres y mujeres ambos por igual tenían sus ojos puestos en las cosas que Minho representaba.

Estaba cansado de relaciones de ese tipo. Estaba paralizado. Ya no le importaba nada de nada.

Había sido únicamente un impulso de rebelarse en contra de su matrimonio cuando el tema apareció.

La verdad es que no le interesaba el casarse o no. Se sentía un poco culpable por haber arrastrado a Taemin en tan lamentable posición, pero al estar con Taemin le ayudaba a olvidar todas sus preocupaciones.

La determinación de Taemin de venir a un país distante para cumplir sus sueños había logrado conmover algo en el interior de Minho.

Hace tanto que él había perdido el propósito de su vida.

Quería mantener a Taemin lo más cerca posible.

 Cualquiera podía decir que el mismo había sido engañado por el plan que había creado.

No comprendía el porqué se sentía de esta manera.

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