sábado, 3 de noviembre de 2012

Acto XIV.- Viaje a Dorsett


Cinco días pasaron rápidamente después de que Taemin se mudó con Minho.

Al despertar, el desayuno siempre estaba esperándolo, preparado por la criada. Era un menú bastante simple que incluía pan, té y queso, pero ya que por lo general él nunca desayunaba, sentía que estaba en el cielo.

Después iba a estudiar, estudiaba desde las nueve de la mañana hasta las siete de la noche, luego iba a casa al apartamento de Minho. La cena por lo general era un pre-cocida de Mark & Spencer preparada por la criada.

Taemin estaba sorprendido ante la simpleza de la comida diaria de la nobleza. Pero aun así era mucho mejor que el pescado y papas que comía en el bar cada noche.

También era de gran ayuda el no tener que trabajar en el bar. En su lugar, se la pasaba hablando con Minho aprendiendo el Inglés de la
Reina, la forma en que los nobles hablaban.

Minho le había rogado a Taemin que le enseñara a hablar coreano.

Para Taemin eso era como glasear un pastel, había estado muy contento de poder ganar dinero por ello, como un empleo de medio tiempo. Pero Minho no lo tomaba muy en serio, si no que más parecía otra forma de pasar el tiempo.

“¿Cuáles son tus planes para el día de mañana?” preguntó Taemin después de la cena, el quinto día.

Durante la semana, había pasado sus días realizando su rutina vieja, pero en los fines de semana, haría todo lo que su empleador quisiera.
“Lamento avisarte con tan poco tiempo, pero me gustaría que vinieras a Dorsett conmigo,” respondió Minho.

Taemin recordó que Minho una vez le había dicho que tenía una propiedad ahí.

“De acuerdo.” Estaba listo para ello. La semana pasada había sido como un ensayo, pero a partir de ahora, empezarían la actuación en vivo.

* * * * * * * *
A la mañana siguiente, Minho condujo hasta Dorsett.

Una vez habían pasado los límites de la ciudad de Londres, el escenario cambió, convirtiéndose en un pacifico paisaje del campo.
Tres cuartos de Inglaterra son granjas.

A pesar de ser un país compuesto de una isla, era bastante distinto a Corea, donde casi toda la gente está concentrada en unas pocas ciudades.

El carro se pasó por diferentes casas del campo. Condujeron por aproximadamente tres horas.

“Hemos llegado,” Minho le indico a Taemin, quien se encontraba en asiento del pasajero.

El auto se había detenido en frente de una magnifica puerta de acero.

 Minho tocó la bocina del auto y un hombre apareció de una pequeña casa de piedra que se encontraba a la par de la entrada, entonces abrió la puerta para ellos.

“Ese es mi guardián y su choza.”

Taemin no podía creer lo que Minho le estaba diciendo. Lo que
Minho había llamado la choza del guardián era en realidad más impresionante que la casa de sus padres en Corea.
Continuaron un camino bastante largo desde la puerta de la entrada, arboles le cubrían cada uno de los lados del camino.

Aun no había señales de la casa principal. El auto atravesó aun mas puertas, prados e incluso cruzaron un puente de piedra.

 Ellos fácilmente habían atravesado unos tres kilómetros cuando de repente, dejaron de ver los arboles y comenzaron a divisar frente a ellos un magnífico edificio que claramente merecía el nombre de “casa principal”.

Taemin suspiró. La inmensidad del apartamento de Londres no lo había preparado para esto.

El carro se estacionó frente a la entrada de la casa. Al salir del carro la entrada de la casa se abrió. Un hombre anciano con un traje negro impecable apareció e hizo una reverencia a Minho.

“Bienvenido a casa, señor.”

“¿Espero que no haya sucedido nada en mi ausencia?” preguntaba Minho como forma de saludar.

“La Srta. Sulli vino a verlo, señor” el anciano le susurró al oído.

El hermoso rostro de Minho se lleno de incertidumbre.

“¿Sulli?”

“Hace tres días. Usted no estaba, así que volvió a irse ¿Y quién es esta jovencita?” el mayordomo volvió a ver a Taemin.

“La Srta. Lee. Mi prometida. May, el es Sidney Padget. El es mi muy capaz mayordomo. El se encarga de administrar esta propiedad,” Minho dijo con una sonrisa.

“Bienvenida señorita.” El rostro del mayordomo no mostraba ningún tipo de expresión, en contraste con la cálida bienvenida.

“Gracias.” Taemin sonrió a pesar del temor que sentía.
“Prepara la mejor habitación de la casa para ella,” ordenó Minho.

 “Claro que sí, señor,” dijo el mayordomo, nuevamente haciendo una reverencia.
“Wow,” Taemin exclamó admirado mientras ingresaba dentro del pasillo.

Un piso con losa de mármol se extendía frente él, debajo de un techo bellamente pintado, que llevaba a unas escaleras cubiertas por una alfombra roja. Numerosas pinturas decoraban las paredes y estatuas estaban arregladas por toda la habitación. Del otro lado del pasillo estaban parados varias docenas de sirvientes, que se habían alineado para saludar a Minho.

Taemin nunca antes había visto una casa tan espectacular.

“Sígame, por favor” le pidió el mayordomo.

Taemin avanzó por las escaleras siguiendo al anciano. Había notado que el pasamano de las escaleras tenía un diseño con clase.
Parecía incorrecto tocarlo sin guates puestos.

“La cena es a las 6:30. Por favor póngase cómoda hasta entonces,”

dijo el mayordomo y después abandonó la habitación.

Taemin inspeccionó sus alrededores. Lo primero que notó fue la cama con dosel. Parecía sacada de la habitación de un rey en un cuento de hadas. También estaba impresionado por la chimenea, más alta que él y de hecho tenía fuego dentro de ella. Una enorme alfombra persa se expandía por el suelo y en las paredes colgaban ornamentaciones hechas por Gobelins que parecía que pertenecían a algún museo.

Encontró otra habitación y revisó dentro de ella. Era un baño, pero era tan grande que alguien podría vivir en el.

Todo era extraordinario, grande y lujoso.

Un reloj mostraba que eran las tres de la tarde. Aun quedaba bastante tiempo antes de la cena.
No parecía que Minho iba venir a visitarlo, así que Taemin se recostó en la cama para ver como se sentía. Sintió como si se hubiese convertido en un rey.

Lo disfrutó, sabía que nunca volvería a experimentar esto en su vida.

Su vida antes de que pasara todo esto parecía irreal, siempre vagando sin rumbo y con penas económicas.

“Es un dios de la buena fortuna”

El rostro de Minho apareció en su mente. Recordó que la vida que estaba viviendo hasta el momento era gracias a la muerte de
Brenda y sintió como un sentimiento miserable lo acogió.

Dejó que los recuerdos inundaran su mente por un momento, pero por el viaje tan largo se sentía cansado, entonces no tardo en quedarse dormido.

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