sábado, 3 de noviembre de 2012

M.C. Capitulo 2.- soluciones


Durante unos segundos, Taemin experimentó un completo bloqueo mental.

¿Te has vuelto loco? escupió al fin ¡Pero si tú no soportas ni mi presencia!

Eso no es cierto, Taemin negó Minho.

Taemin no quería seguir escuchándolo intentó levantarse, pero las piernas no le obedecieron. Su cuerpo entero era como una masa de roca inerte, hendido por el rayo de las últimas dos horas y a punto de desmoronarse.

Minho sostuvo sus manos y las retuvo en su propio regazo para obligarlo a mirarlo. Estaba tan pálido como Taemin, pero parecía decidido. Taemin temblaba de tal forma que hasta la cabeza parecía sacudirse violentamente. Apenas podía respirar por la contracción de sus pulmones.

Sé que no soy Siwon concedió él tristemente, y que nunca lo seré. Es mi medio hermano, y tan distinto de mi como... como Heenchul de ti, pero...

¡Heenchul! Aquel nombre estaba empezando a perseguirlo;  el nombre, un rostro dulce de ojos avellana y un cabello castaño y suave. Heenchul era el estereotipo de Venus, la muñeca de porcelana, mientras que el...

¡Es el hombre adecuado para Siwon, Taemin! le dijo con fuerza Minho, casi como si hubiese podido leerle el pensamiento. ¡Siempre lo ha sido! Ya de pequeños se llevaban de maravilla y se hicieron novios antes de que un absurdo malentendido empujase Heenchul a irse a vivir con su madre a Norteamérica el año pasado...

 ¡Te he dicho antes que no quiero saber nada de todo eso! le gritó, intentando desesperadamente escapar del tornado negro que amenazaba con absorberlo.

 ¡Está bien! contestó él, intentando calmarse con una profunda inspiración. Escúchame entonces. Dentro de tres días, tu tía y tu tío han de marcharse a un crucero de tres meses. ¿Crees que de verdad van a marcharse después de lo que te ha ocurrido?

Taemin se lo quedó mirando. Había olvidado por completo los planes de sus tíos. Llevaban años soñando con aquel crucero, y habían decidido hacer el sueño realidad ahora que el sobrino del que tan amorosamente se habían ocupado durante nueve años iba a dejar el nido.

No tienen por qué preocuparse por mí le contestó. Les diré que...

¿Qué vas a decirles? lo desafió cuando Taemin no encontró palabras. ¿Qué vas a estar perfectamente aquí solo sufriendo durante los tres próximos meses?
No voy a sufrir.

Bien asintió. Me alegro de saber que tienes el coraje suficiente como para no hundirte, pero ¿Les dejarías tú a ellos solos si les hubiera  ocurrido algo tan terrible como lo que te ha ocurrido a ti? Por supuesto que no contestó por el menor. Y si te las arreglaras para convencerlos de que se marchen, ¿crees que disfrutarían del crucero, sabiendo que te han dejado aquí solo?

Me iría a casa de Key...

Key se va a  casar dentro de un par de meses –le recordó

 ¿Cómo lo sabes?

Él hizo un gesto como si la pregunta no tuviese importancia.

Simplemente lo sé, e imponerle tu presencia en este momento sería como una nube negra que echaría a perder la alegría a su boda.

 ¡Lo que no significa que tenga que imponerte mi presencia a ti! espetó, dolido.

 ¿Por qué no? le preguntó, y la determinación de su mirada parecía estar haciendo un agujero en el. Si alguien se lo merece, ése soy yo. ¡Antes has dicho que todo esto es culpa mía, y sé muy bien que es así! admitió. Fui yo quien llamó a Heenchul para hablarle de Siwon y de ti. Fui yo quien le aconsejó que volviera si seguía sintiendo algo por mi hermano. ¡Y fui yo quien los animó a verse, quien se las arregló para que se vieran siempre que fuera posible, para que Siwon se diera cuenta del error que cometía casándose contigo!

 ¡Dios, cómo te odio! masculló, y se dejó caer boca abajo sobre la cama; tanto le dolía y por tantos lugares que el cuerpo entero le temblaba.

 ¡Escúchame! dijo él, y para sorpresa de Taemin se tumbó también sobre la cama, a su lado, con tanta naturalidad como si tuviera todo el derecho del mundo a estar cerca de él, cuando solo el día anterior apenas podía soportar mirarlo... Taemin, susurró, y con mano insegura acarició suavemente los mechones húmedos de su pelo. La mano le temblaba casi imperceptiblemeblemente. Lo admito. Me siento culpable si quieres llamarlo así. Te debo una, así que déjame ayudarte a pasar por esto con algo de dignidad.
Ofreciéndote para ocupar el lugar de tu hermano - su risa tuvo tintes de histeria. ¿Cuántos años tienes? le preguntó.
Veintitrés contestó con una mueca.

Yo tengo veintidós le informó. Siwon, veinticinco.

Ya lo sé dijo entre dientes y se levantó bruscamente de su lado. ¡Ya sé que no soy ninguna maravilla comparado con mi hermano! No te estoy pidiendo que me quieras sino que... me des la oportunidad de ayudarte a pasar los próximos meses mientras superas todo esto.

Lo más probable era que jamás lo superase.

¿Y qué vas a obtener tú a cambio?

No llevaba tres años trabajando para Choi sin haber aprendido ya que su famoso presidente no hacía absolutamente nada sin tener una buena razón.

Como tú, yo también salvaría el  honor de la familia.
 ¿Tanto te preocupa el honor de tu familia? le preguntó con escepticismo.

Mi hermano podría quedar excluido de todos los círculos sociales de la ciudad por la forma en que te ha utilizado, Taemin. Eso ensuciaría el nombre de la fa­milia.

Utilizado... Volvió a dejarse caer sobre las almohadas. Sí, Siwon lo había utilizado con sus promesas de amor eterno y pasión. ¡Y la única virtud que podía atribuirle era la fortaleza con que había resistido sus ruegos para que hicieran el amor antes de la boda!

Dios...

Tuvo que levantarse a toda prisa de la cama y salir disparado hacia el baño, donde vomitó mientras Minho le sujetaba el pelo a la espalda y lo sostenía por la cintura. 

Qué humillante... un virgen el día de su boda sin novio al que le importa un comino que se hubiera estado guardando para él.

Abrió los grifos del lavabo y se echó agua fría a la cara. Minho se equivocaba en una cosa: valía diez veces más que su hermano, y en un sentido que no tenía nada que ver con el aspecto físico ni con el encanto; ni siquiera con el amor que aún le palpitaba en el pecho, a pesar del dolor que le había infligido.

Tenía que ver con aquella... responsabilidad tan hondamente arraigada en él. La clase de cualidad que le había empujado a hablar con el antiguo novio de su hermano para ponerlo al corriente de las intenciones de Siwon. Tenía que ver con aquella necesidad de arreglar lo que otro de su misma sangre había destrozado.

No voy a casarme contigo, Minho le dijo, apoyándose pesadamente contra el lavabo. No pienso salvarte el cuello a costa del mío. No pienso degradarme más sometiéndome a otro modo de explotación de un Choi.

No pretendo explotarte protestó.

Sí, sí que lo pretendes.

Levantó la cara para mirarlo a través del espejo, y después se quedó allí, contemplando el vacío que era su propio a irreconocible rostro.

Las lágrimas empezaron a quemarle los ojos, y se los cubrió con una mano.

Minho lo hizo darse la vuelta y lo cobijó entre sus brazos, y Taemin lo sintió suspirar cuando notó que él se resistía a las lágrimas.

No me queda nada... susurró. Nada...

Pero eso pronto cambiará murmuró él: Ven­te conmigo, ahora, Taemin lo animó con voz profunda. Por ahora sólo tú, yo y Siwon sabemos lo que hay en esa carta. Sólo nosotros tres conocemos la verdadera razón de que hoy no haya boda. Ni siquiera tu tío lo sabe...sólo que Siwon ha decidido no casarse contigo.

Podemos decirles que mi hermano ha llegado a saber lo nuestro. Que tú y yo nos hemos enamorado. Siwon no intentará desmentirlo. Simplemente se alegrara de que hayamos encontrado la forma de hacerle salir de este lío. 

Los invitados ya han estado especulando porque has preferido quedarte a solas conmigo y no con otra persona. 

Digámosles que tú y yo nos vamos juntos para casarnos en una ceremonia íntima y tranquila. Y démosles algo a lo que agarrarse, Taemin... ¡un poco de esperanza!

Todo está en las maletas contestó en voz baja. No tengo nada que ponerme.

Eso podemos arreglarlo enseguida contestó él y la tensión abandonó su cuerpo al reconocer en sus palabras una rendición.

Brevemente lo abrazó para darle ánimos y después lo hizo salir de nuevo al dormitorio; luego abrió la puerta del pasillo y Taemin vio todas sus maletas.

 ¿Cuál quieres que abra?

Taemin las miró sin parpadear. Su ajuar. Las ropas que habían sido comprandas durante semanas sólo con el propósito de complacer a Siwon.

Señaló una de las maletas y dio media vuelta, por­que la mera idea de llevar puesto algo que lo que había metido allí lo llenaba de horror.

Minho recogió el pequeño maletín de fin de semana y lo dejó sobre la cama para abrirlo.

Taemin se acercó a la cama y se quedó mirando su contenido junto a él. Desde las cosas de aseo a la ropa interior nueva, y la tensión entre ellos empezó a crecer. 

Aquella era la maleta que había usado para su noche de bodas. Contenía sólo la clase de cosas que una novia quería tener cerca en tal ocasión. Cosas suaves, delicadas, sexys, con las que tentar a su marido.

Sin una sola palabra y apretando los dientes, escogió unos boxers de seda blanca y el traje de chaqueta color verde manzana que había pensado llevar tras su parada en París. Después iban a pasar todo un mes de luna de miel en Australia. Con aquello en las manos, entró en el cuarto de baño.

La puerta se cerró a su espalda y Minho se quedó de pie con la mirada clavada en la puerta durante un rato antes de darse la vuelta hacia la maleta y, en un acto de violencia que habría sorprendido al propio Taemin, de un solo manotazo lanzó la maleta al suelo.

Cuando Taemin salió de nuevo del baño, vestido y con el pelo recogido en una media cola, encontró la habitación limpia y recogida.

Minho estaba junto a la ventana, grande, oscuro y poderoso, con el ceño fruncido, pero cuando lo vio aparecer, sonrió.

 ¿Estás bien? preguntó.

Taemin asintió, sabiendo que no debería permitir que pasara algo así, pero sin la fuerza suficiente como para oponerse.

Minho tenía razón en una cosa: él era la única persona con la que Taemin podía compartir aquel tormento porque precisamente él había sido quien lo había instigado en un primer momento.

Déjame hablar a mí le aconsejó cuando iban ya a salir, el menor no contestó. Se limitó a asentir. Tenía que confiar en él. Era la única forma de superar aquel momento.

Cuando entraron en el salón, su tía, con las mejillas rojas y los ojos hinchados de llorar, no se parece en  nada a la mujer brillante, feliz, exultante de alegría que Taemin había visto salir hacia la iglesia aquella ma­ñana. Había desaparecido el vestido azul marino que llevaba puesto y la pamela sobre la que el mismo Taemin y su tío le habían tomado el pelo desde el día que se la compró.

Al verlos entrar se levantó, aún tan aturdida que necesitó de la ayuda de su marido. Y de pronto los encontró viejos y frágiles, incapaces de superar el horror la emoción de lo ocurrido.

Ver a Taemin casado felizmente con Siwon había sig­nificado el fin del compromiso que nueve años atrás los había unido a él, tras la muerte en un accidente tráfico de Song Joo y Diana Lee, y mientras él había planeado el día de su vida, aquellas dos maravillosas personas habían estado preparando el crucero de sus sueños con la misma ilusión que dos adolescentes que por fin se ven libres del control paterno.

Y Minho tenía razón; no podía echárselos a perder.

Taemin...

La voz temblorosa de su tía provocó en Taemin una nueva oleada de lágrimas al verla correr para abrazarlo.

Estoy bien le aseguró, cerrando los ojos. 'No iba a ser capaz de soportarlo. De verdad que te estoy  por encima de la cabeza gris de su tía, vio a su tío. Lo siento tanto susurró, incapaz de dejar de decirlo.

Minho se acercó a el y la rodeó por la cintura in­tentando darle apoyo.

Señor Lee..

Espero que tu hermano sea al menos capaz de sentir  vergüenza por lo que ha hecho hoy dijó el tío de Taemin.

Con todo el respeto, señor, mi hermano tenía la libertad de cambiar de opinión hasta el último momento... igual que Taemin podía cambiar la suya añadió.

¡Mi pobre niño! gimió su tía, y Taemin la ayudó a sentarse de nuevo en el sofá; consciente de que no podía aguantar de pie mucho más. Una vez sentadas, la mujer lloró amargamente sobre su hombro.

De todas formas, si es hombre cabal debería hacer frente a sus obligaciones continuó el tío de Taemin. Al menos, podría haber dejado a mi sobrino de forma menos cruel.

En este caso, no era ya su obligación casarse replicó. Es que mi hermano se ha negado a casarse con Taemin porque ha descubierto que... que Taemin está enamorado de mí.

Taemin apoyó la cabeza en el reposacabezas de piel y cerró los ojos, agotado. Jamás se había sentido tan vacío y exhausto.

Minho conducía en silencio ahora que lo peor había pasado ya. Si, había sido muy listo; había estado muy alerta durante toda la odisea. No había permitido que nadie hablara con Taemin a solas, y ni siquiera había permitido que su tío cuestionara sus aseveraciones.

Y curiosamente su tío había respetado la forma en que Minho parecía proteger lo que debía considerar ya suyo.

Minho les había explicado con suma sencillez que se habían enamorado en su primer encuentro; que los dos habían estado intentando luchar contra sus sentimientos desde entonces y que después, tal y como esperaba de el su tío, Taemin se había negado a echarse atrás en un, matrimonio con el que ya se consideraba comprometido. 

Al final y por pura desesperación, había dicho Minho, el mismo había hablado con su hermano para explicárselo todo aquella misma mañana.

Que Siwon se hubiese negado a casarse con un hombre que estaba enamorado de su hermano era natural dadas las circunstancias, les habían dicho. Se había disculpado por dolor y la vergüenza que les habían hecho pasar, no lamentaba que la boda se hubiera cancelado.

Después les había informado serenamente de que pretendía llevarse a Taemin con él para casarse en la intimidad, y que, al igual que ellos, pretendían abandonar el país para marcharse en una larga luna de miel hasta que las aguas volvieran a su cauce.

Y en aquel momento estaban ya en el coche, de ca­mino a... no tenía ni idea de a dónde iban, y tampoco le importaba.

 El que Minho hubiera conseguido conven­cer  a sus tíos de que todo lo ocurrido había sido para mejor le servía de consuelo. Se habían marchado de su casa sabiendo que pronto se marcharían a disfrutar de su crucero soñado en la confianza de que su sobrino estaba en buenas manos.

Pero, aunque Minho podía haberlo salvado de ser etiquetado como un novio plantado en el altar, se equivocaba en todo de que su solución podía mejorar el estado de su orgullo, porque ahora, a ojos de todos aquellos que le importaban, era él quien había dejado plantado a su futuro esposo y no al contrario. Además seguía sintiéndose utilizado, engañado y rechazado. 

Y ninguna mentira, por bien presentada que estuviera, podría aliviar la terrible sensación de pérdida que estaba sintiendo.

El coche se detuvo y abrió los ojos para encontrarse frente a la elegante mansión de los Choi, en uno de los barrios más prestigioso de Londres. Sin decir una palabra, Minho se bajó del coche, abrió su puerta y lo ayudó a bajar para conducirlo en el mismo silencio hasta una casa en la que nunca se había sentido bien recibido.

Al entrar al recibidor, una mujer de corta estatura y pelo rizado, el rostro el vivo retrato de la preocupación, se acercó a ellos.

Señor Choi le saludó, agitada. Cómo me alegro de que ya esté en casa. El teléfono no ha dejado de sonar... como si las palabras de la mujer lo hubieran conjurado, el aparato empezó a sonar. Todo el mundo quiere hablar con usted. Dicen que su hermano ha plantado a su...

Entonces vio a Taemin, medio oculto tras Minho, y se puso colorada como un tomate primero y pálida como el papel después.

Dios mío, lo siento. Yo...

Minho hizo un gesto de impaciencia.

¡Desenchufe ese maldito teléfono, señora Clough! le ordenó de mala gana, y se volvió para pasar un brazo por los hombros de Taemin y guiarlo hacia la planta de arriba, a una habitación que sólo podía ser su estancia privada, a juzgar por la absoluta masculinidad del lugar.

Siéntate le dijo, señalando un sillón de piel marrón junto a una antigua chimenea. No tardaré. Sólo quiero quitarme esta ropa.

Y desapareció por otra puerta, dejándolo con la mirada clavada en el sillón. La mente se le había quedado en blanco. Intentó moverse, pero no pudo...no podía recordar qué hacer para conseguir que los músculos se movieran. 

Sentía los músculos de la cara rígidos, y le dolían los hombros por la tensión. La cabeza le dolia, tenía el estómago revuelto y sentía los ojos arder, no por las lágrimas, sino por un calor seco.

Oyó el ruido del agua al caer y lo reconoció como la ducha, pero eso fue todo. 

El tiempo fue pasando y  el silencio de la habitación no hizo mella en el. Con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, los dedos de las manos extrañamente pesados. Las comisuras de labios también hacia abajo, como si un peso tirara de ellas.

Siguió mirando el sillón, inmóvil.

Minho volvió y se paró en seco al verlo. El olor a jabón masculino impregnó el aire mientras lo miraba atentamente con el ceño fruncido.

Taemin lo llamó, pronunciando cuidadosamen­te su nombre.

El nombrado no se volvió... no pudo hacerlo. Era incapaz  de responder. La pesadez se había adueñado de sus piernas, clavándolas, transformándolas en dos pedazos de  madera clavadas en el suelo. La cabeza le pesaba también; tenía la sensación de que alguien lo presionaba en todo lo alto.

Minho se acercó a él y el perfume de su jabón se acentuó. Era una sensación muy extraña, aquella pesadez paralizante que lo había bloqueado todo salvo sus sentidos, que parecían funcionar bien: el olfato, el oído  incluso el tacto parecía intacto cuando Minho lo sujetó por la barbilla para poder estudiar su rostro.

Lo vio fruncir aun más el ceño. Vio cómo la preocupación oscurecía sus ojos chocolate. Se había duchado y se había vestido con una camisa azul y unos pantalones de lino informales que se le ceñían perfectamente la cintura.

¿Te vas a desmayar? le preguntó en voz baja.

“Sí”, pensó. "Creo que sí”. Y cerró los ojos en el mismo instante en que sintió que el peso de su cuerpo se desplazaba hacia él.

 Minho lo sujetó, maldiciendo en­tre dientes al levantarlo en brazos, y una vez más sintió que el hombre que le había arruinado la vida lo llevaba en brazos a una enorme cama de la habitación contigua donde lo dejó antes de desaparecer en otra habitación que solo podía ser otro baño, a juzgar por el sonido del agua al correr.

Volvió con un vaso de agua y una toallita, que le aplicó a la frente.

Sus maneras eran delicadas y la toalla deliciosamente fresca. Sentir que su muslo la rozaba levemente resultaba extrañamente reconfortante.

Me recuerdas a una muñeca le dijo con sequedad. Una muñeca de cuerda frágil y muy temperamental a la que le hubiesen quitado la llave.

Abrió los ojos y sonrió débilmente.

Él también sonrió. Era algo extraño, algo que no le había visto hacer antes y que cambiaba por completo la estructura del rostro de Minho, suavizando sus líneas masculinas y duras y añadiendo una nueva dimensión a su persona que resultaba muy inquietante, aunque no hubiera podido decir por qué.

Cerró de nuevo los ojos.

Quiero que te tomes esto...

Levantó de nuevo los párpados y vio que Minho le había acercado el vaso de agua y dos píldoras blancas en la palma de la mano.

No se negó. No quiero tomar somníferos.

No son somníferos le aseguró. Son unos relajantes muy suaves que se pueden comprar en la farmacia sin prescripción médica. Yo los tomo cuando tengo que hacer viajes largos de avión le explicó. No te dormirás si no quieres, pero te ayudaran a relajarte. Estás tenso como la cuerda de un piano añadió, y acarició su mano.

Fue una sorpresa: No solo su caricia, sino descubrir que tenía las manos apretadas en puño. Los brazos, los hombros, el cuello, las piernas...todo tan cargado de tensión que la presión le hacía temblar.

Además, no pienso darte a elegir añadió con suavidad, y antes de que Taemin pudiera hacer nada, él le metió las dos pastillas en la boca.

A punto estuvo de ahogarse con el agua que le hizo tragar a continuación.

Lo siento se disculpó ante su mirada acusadora. Pero necesitas que alguien te empuje un poco en este momento. Así no tienes que pensar.

Sí... en eso tenía que estar de acuerdo. Pensar era sufrir y por el momento ya estaba sufriendo, y más de lo necesario.

Con un suspiro que parecía brotar de un recóndito lugar de sí mismo, volvió a cerrar los ojos en espera que las pastillas hicieran  lo que tuvieran que hacer. Se sentía como esas personas que tras sufrir un accidente de coche echan a andar sin darse cuenta de que están heridos.

Eso era lo que había estado haciendo desde que la llegada de Minho redujera a cenizas su mundo. Y cuando por fin encontrara el valor necesario para enfrentarse a lo ocurrido, sería cuando se hundiera por completo. Y cuando eso ocurriera, podía verse envuelto en una segunda colisión, una que lo dejara atrapado entre los hierros que no podría volver a levantarse.

No deberíamos hacer esto, Minho murmuró con un hilo de voz. No está bien. No es...

¿No estábamos de acuerdo en que por ahora voy  a ser  yo el que se ocupe de pensar? lo interrumpió, y apretó su mano brevemente. Confía en mí, Taemin añadió en voz baja. Prometo no dejarte en el proceso.

Con un suspiro que indicó el final de su pequeña tentativa, volvió a hundirse en el silencio. Minho se quedó donde estaba unos momentos más, observándolo, y Taemin se preguntó que estaría contemplando.

¿Por qué me desprecias tanto? se oyó a sí mismo preguntar. ¿Por Heenchul, o por mi mezcla de sangre?
¿Cómo? rugió. ¿Te he oído bien? ¿De verdad me has acusado de racista?

No había pretendido ofenderlo, pero al parecer lo había conseguido.

Ni siquiera querías tocarme le recordó, ni mirarme, si podías evitarlo. ¿Qué otra cosa quieres que piense?

¡Pues eso no, desde luego! se levantó de la cama y Taemin se sintió extrañamente perdida. ¿Y de verdad crees que soy lo bastante cruel como para que me pareciera mal la relación de mi hermano contigo porque seas de otra raza?

Era evidente que le resultaba difícil digerirlo.

Taemin cerró una vez más los ojos, demasiado atrapado por aquella especie de apatía muscular como para poder hacer algo a parte de esbozar una sonrisa.

Porque si no se trataba de prejuicios raciales, entonces, ¿cuál era la razón de que lo detestara de esa forma?

Descansa le dijo él. Ya hablaremos de esto más tarde.

«Sí, más tarde», corroboró Taemin en silencio. Ya hablarían de todo lo que hubiese que hablar más tarde...

5 comentarios:

  1. Mi mandíbula quedó en el suelo, vaya que Minho sabe convencer muy bien a la gente.

    Pobre Minnie ahora quedó como el malo, gracias a las ideas de Minho, pero bueno espero salga algo bueno de todo esto que Minho ha planeado.

    Creo saber porque rumbo va esto, y espero tener algo de razón, pero solo me quedare leyendo haber si sirvo para ser una sherlock.

    Espero el próximo capitulo de M.C, I.D y de Promesa de amor, ya no tengo tiempo para poder comentar el capitulo de I.D pero bueno u.u sera otro día

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  2. Ya perdí la cuenta de cuanto tiempo estuve esperando por este fic… ¡Es perfecto! Lo amo, de verdad lo amo. Espero leer pronto el siguiente capitulo.

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  3. 23 de diciembre y aun no has subido nuevo capitulo. No sabes cuanto me gusta esta historia, me encanta y cada que vuelvo termino frustrada porque no hay continuación. ¿La estas subiendo en otra parte?

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    1. amm disculpa es que no he tenido tiempo pero en esta semana ya estará terminado este y el de Lenguaje corporal así que se paciente y gracias por leer...
      att.hinayaoi

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  4. (Jess)
    waaaaaaaaa esta bueno este fic
    increible como dio un jiro la historia
    pobre minnie pero se q con minho a su lado
    algo mejor vendra.............. °3°

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