domingo, 30 de marzo de 2014

Regalo de Navidad segunda parte







segunda parte


— ¿Qué quieres para Navidad, TaeMin?

TaeMin no pudo evitar encontrarse con su mirada, lamerse el labio superior, y mirar hacia abajo a su pene.

—Eso.

La sonrisa seductora de “Santa” envió otra oleada de placer endureciendo su miembro.

—Bueno, a Santa le gustaría dejártelo tener, duro y profundo, pero primero tienes que responder una pregunta muy importante. ¿Has sido un niño malo o bueno?

La pregunta la hizo ruborizarse con un nuevo calor mientras dejaba escapar una risita y le echaba su mejor mirada lúdica.

—Bueno, me temo que he sido un niño muy malo últimamente. Su mirada nunca vaciló.

— ¿Qué has hecho que es tan malo?

—Durante el último mes he estado deseándote, y usando ropa interior de encaje debajo de mí trajecito de elfo solo esperando que tú la quitaras, y pensando en cosas muy sucias sobre ti día y noche.

Su sonrisa se las arregló para mantenerse infaliblemente sexy, incluso mientras se volvía un poco avergonzado.

—Santa lamenta que le llevara tanto tiempo darse cuenta de eso.

— ¿Y exactamente qué le advirtió a Santa?

—Un pajarito llamado Sulli me lo dijo. —La mujer, también de su oficina, tomaba las fotografías de Santa en el centro comercial. TaeMin había confiado en ella un día durante el almuerzo, y ahora estaba repentinamente muy agradecido de que Sulli no pudiera guardar un secreto.

—Desafortunadamente, sin embargo. —Continuó, su sonrisa desvaneciéndose. —Los niños traviesos tienen que ser castigados antes de que obtengan lo que quieren para Navidad.

TaeMin se mordió el labio.

— ¿Castigados cómo?

Una sonrisa maliciosa se hizo cargo de su expresión cuando MinHo desvió su mirada hacia el árbol de Navidad junto al sillón.

—Santa tiene algunos regalos para que tú abras.

Mirando debajo del árbol, vio cuatro regalos, envueltos en un elegante papel rojo y dorado. La visión le hizo tomar una respiración profunda. Esto significaba que no fue un acto impulsivo de parte de MinHo... había estado planeándolo. Miró de nuevo hacia él.

—Odio tener que decírtelo, Santa, pero los regalos no suenan mucho como un castigo.

—Todavía no has visto los regalos. Un emocionante dardo de incertidumbre se disparó desde su pecho hasta su vientre. 

TaeMin estudió sus grandes ojos, que lentamente estaban transformándose de divertidos a algo más serio e imponente. La siguiente vez que habló, su voz fue más profunda y autoritaria.

—Siéntate en el suelo, cerca de los regalos.

TaeMin no se movió. A el realmente le gustaba mucho dónde estaba... ahora que se había acostumbrado a su imponente desnuda presencia, particularmente no quería dejar su estable muslo.

—Hazlo. —Le espetó a la ligera, haciéndolo acobardarse. Su pene palpitó cuando a toda prisa se levantó de su regazo y se arrodilló en el suelo junto a él.

MinHo señaló hacia el regalo más próximo.

—Abre ese.

Parecía como la caja de un suéter, pero tenía la sensación de que contenía algo mucho más interesante. Escalofríos de anticipación corrieron hacia arriba por sus brazos y hacia abajo por su espalda cuando poco a poco desenvolvió el regalo, finalmente, tomando la tapa de la caja y esparciendo el papel de seda en el interior para encontrar un corsé de terciopelo rojo y un par de medias rojas. A pesar de la exuberancia del terciopelo, los broches de plata que lo fijaban para cerrarlo, junto con los anillos de plata en las ligas, decían que era ropa interior diseñada para la obediencia.

Su pecho se oprimió de excitación, haciendo difícil respirar. MinHo no había estado bromeando sobre castigarlo. Esto instantáneamente trajo de vuelta una parte de la conversación que habían compartido esa tarde en estado de embriaguez cuando su amigo lo había interrogado intensamente sobre sus gustos en los juegos de cama.

— ¿Cómo te sientes acerca de dominación y sumisión?— él había preguntado. Antes de que él hubiera planteado la cuestión, nunca había tenido ningún interés en ello, pero imaginándolo con él había sonado al instante intrigante, así que TaeMin había dicho, —Por un chico que me guste mucho, estaría dispuesto a experimentar con ello. Por lo tanto, parecía que experimentarían juntos.

Por otra parte, quizá MinHo hacia esto todo el tiempo. Tal vez había dominado antes, lo que significaría que la única persona que no sabía a ciencia cierta lo que sucedería aquí era el menor. Otro pequeño escalofrío subió por su columna, irradiando hacia afuera a través de sus miembros, mientras pensaba, No actúes nervioso, incluso si lo estás. No seas tímido o vergonzoso. Abraza esto.

—Ve a ponértelo. —El alto señaló la habitación de al lado.

El corazón le latía a mil por hora mientras recogía el corsé y las medias, luego entró en su habitación y encendió una lámpara. Cuando se desnudó de su lisa ropa interior blanca, se miró en el espejo por encima del tocador y de repente estuvo muy contento de que MinHo le hubiera proporcionado ropa interior para la noche.

Arrojando su boxer TaeMin envolvió el afelpado corsé a su alrededor, asegurando los ganchos de metal y tirando apretado de los cordones. Un ajuste perfecto, el corsé acentuaba su forma y marcaba de una manera exquisita su estrecha cintura. El exquisito terciopelo apenas ocultaba sus pezones y el sedoso forro de la prenda se frotaba contra las tensas protuberancias, poniéndolos aún más duros.

A continuación subió las medias de seda lentamente por sus piernas, uniéndolas a las ligas suspendidas del bustier largo hasta la cadera. Fue sólo cuando se miró al espejo una vez más que se dio cuenta que no había un par de boxers para ir con el conjunto. Cada poro de su cuerpo pareció tensarse ante el descubrimiento.

TaeMin bajó la mirada en el espejo hacia su afeitado pene, completamente erecto y babeando. Se veía bonito, y oh, tan listo, y no podía esperar para mostrárselo a MinHo.

Cuando empezó a caminar hacia la sala de estar, las ligas elásticas se deslizaron contra sus caderas y culo, creando una encantadora fricción sobre su sensibilizada piel. El apretado corsé abrazó cada curva, aferrándose deliciosamente a su estómago, cintura y rozando deliciosamente sus pezones erectos. En el momento en que pasó por la puerta, se sentía como el último juguete de Navidad para MinHo... y ni siquiera tenía que ser desenvuelto.

~*~*~*~


MinHo podría haber jurado que su polla creció unos centímetros más ante la vista de TaeMin en terciopelo rojo. Su cabello rubio miel caía en suaves sobre los hombros. Sus pezones, estaban en orgullosa exhibición de sus areolas sonrosadas, su estrecha cintura. Entre las rojas correas del liguero, su caliente y erecto miembro brillaba para él. Nunca había imaginado a TaeMin como el tipo de chico que se afeita su vello púbico, sin embargo, sólo un pequeño mechón de este se mantenía por encima su caliente miembro.

Cada gramo de su cuerpo estaba súper-cargado con su aquiescencia... ahora sólo esperaba que TaeMin estuviera de acuerdo en todas sus peticiones. Había pasado el último año con la chica equivocada, y cuando Sulli le había dicho que TaeMin estaba enamorado de él, se había sentido en un principio tonto como un tronco, pero con la misma rapidez había sido golpeado con la sensación de que tal vez su pequeño amigo era el indicado para él. Por el momento, y durante mucho más tiempo, también. La natural aceptación de su juego sensual reforzaba ese sentimiento.

Quería desesperadamente bajar el terciopelo rojo y chupar sus pezones, quería chocar su polla contra su resbaladizo pene. Y sería muy fácil perder el control a la vista misma de TaeMin, pero tuvo que contenerse. Retenerse les traería a ambos más placer al final, y Dios, cómo quería darle placer.

—Muy bonito. —Dijo, antes de señalar hacia otro regalo. —Ahora abre ese.

Observó con atención cuando el rubio se arrodilló al lado del árbol y arrancó el papel de la siguiente caja, descubriendo un par de botas negras de cuero altas hasta el muslo, con tacones de diez centímetros. Botas hechas para follar. A juzgar por el ligero estremecimiento de su polla y la instantánea anticipación llenando su mirada, a Taemin en definitiva le gustaban. Miró el costado de la caja, luego levantó los ojos hacia él.

— ¿Cómo sabías mi talla?

—De la misma manera en que Santa sabe qué regalarle a todos los niños y niñas. Magia. En realidad, había echado un vistazo en su bolsa cuando TaeMin había comprado un nuevo par de zapatos en su hora de almuerzo el sábado pasado.

El rubio le ofreció una suave sonrisa.

— ¿Y ahora qué? —Su voz saliendo acalorada y entrecortada, su excitación comenzando a construirse como él quería.

—Tráelas a mí— ordenó.

Tomando las botas altas de su mano, él puso una en el suelo delante del rubio.

Curvando su mano calurosamente alrededor del nylon revistiendo su pantorrilla, lo ayudó a deslizar su pie hacia abajo en el suave cuero negro. Con movimientos cuidadosos, apretó los cordones, centímetro a centímetro, enlazando la bota bien ajustada a su tobillo, pantorrilla, muslo. Atando un lazo en la parte superior, bajó su boca hasta su muslo, entregando un suave mordisco justo al lado de la liga. TaeMin dejó escapar un ligero gemido que viajó directamente a su polla.

Le ató la otra bota de la misma lenta manera, consciente de que el rubio observaba todos sus movimientos, sentía cada toque mientras ataba el cuero.

Cuando terminó, levantó la mirada hacia su rostro.

—Camina hasta la chimenea. Deja que te vea.

Mientras paseaba por la habitación, las apretadas y altas botas hacían que sus piernas bien formadas lucieran aún más largas y esbeltas. Puede que fuera la víspera de Navidad, pero el chisporroteaba más caliente que el cuatro de julio.

Pausándose ante la chimenea para dejar que MinHo lo estudiara desde atrás, TaeMin agitó su desnudo culo levemente, luego se volvió y regresó, moviendo sus caderas, sus ojos llenos de inconfundible calor. Se detuvo justo delante del alto quien estudió la curva de su miembro húmedo, la espera de atención. Atención, sin embargo, que no obtendría por un tiempo, de acuerdo a su plan de excitación lenta pero intensa.

Aun así, se acercó, incapaz de resistir ahuecar gentilmente el desnudo montículo en su palma. TaeMin se estremeció cuando él pasó sus dedos sobre la piel ultra suave. Apartó su mano y miró hacia arriba a sus cristalinos ojos miel.

—Sólo los niños malas afeitan sus partes intimas.

Su mirada era vidriosa, sexy, expectante.

—Entonces eso demuestra lo malo que soy. Sin duda debería ser castigado.

MinHo tiró de sus piernas juntas, su pene completamente erecto, extendiéndose a lo largo de su abdomen.

—Voy a tener que darte nalgadas, niñito travieso. Inclínate sobre mis rodillas.

Instantáneamente, encontró sus suaves curvas extendidas a través de sus muslos, su redondo culo centrado sobre él mientras TaeMin usaba el brazo del sillón para soportar la parte superior de su cuerpo. Maldita sea, sólo sentir su calor contra él envió otra caliente ráfaga de excitación a su pene.

—Tienes un culo bonito. —Dijo en voz baja, luego trajo la palma de su mano con fuerza sobre un cachete.

TaeMin gritó, un sonido que él percibía como mitad dolor mitad placer, y el ligero pinchazo de su palma se hizo eco a través de su brazo, a lo largo de su torso.

Él palmeó su culo de nuevo, duro, y esta vez su grito era definitivamente un gemido caliente.

—Dime que eres un niño malo. —Ordenó.

Cuando TaeMin no respondió de inmediato, golpeó su culo de nuevo.

—Dime.

—Oh, azótame, Santa. —Susurró el rubio con una voz totalmente sexy. —He sido un niño muy malo. Azótame duro.

Su polla se puso aún más rígida y MinHo lo recompensó con más excitantes nalgadas a su hermoso culo, donde una marca roja había comenzado a aparecer a la luz del fuego.

—Oooh, sí, ¡azótame! ¡Azótame!

Dios, TaeMin estaba caliente. Tan jodidamente caliente que estaba tentado a hundir sus dedos entre la raja de su culo, en su rosado ano, más que listo para sentir la caliente humedad de su cálido y apretado pasaje, pero no, se suponía que tenía que ser un castigo, después de todo, y TaeMin sonaba como si estuviera teniendo un tiempo demasiado bueno. Su ano tendría que esperar.

Después de unos cuantos lindos y fuertes golpes más a su delicioso culo, se detuvo bruscamente.

—Levántate.

Cuando se paró frente a él de nuevo, sus ojos llameaban con un nuevo fuego, una oscuridad que le decía que... oh, sí...TaeMin estaba teniendo un momento muy bueno siendo disciplinado.

MinHo señaló otro regalo, y el rubio se arrodilló al lado y comenzó a desenvolverlo, luciendo tan ansioso como un niño en la mañana de Navidad.

—Oh...— jadeó suavemente cuando vio las esposas de color rojo y la máscara para dormir de satén rojo; o en este caso, una máscara de esclavitud.

Colocando la caja a un lado, se levantó de nuevo sobre sus talones y volvió su mirada sobre el alto, como si esperara por su siguiente instrucción. Tuvo que reprimir una sonrisa de satisfacción ante cuan profunda y fácilmente el rubio se dejaba llevar por el juego.

—Pásame las esposas, pero primero gira tu espalda hacia mí e inclínate muy lentamente para conseguirlas.

TaeMin giró lejos de él y se dobló por la cintura para tomar las esposas de color rojo, dándole una vista deliciosa de su ya anhelante entrada.

—Muy bonito, bebe. —Murmuró, tomando las esposas de su mano extendida. —Mantén tu culo hacia mí y pon tus manos detrás de tu espalda. — Cerró las esposas alrededor de su muñeca... un chasquido, luego dos... con su estómago contrayéndose con la excitación de someterlo a la fuerza.

—Ahora ve a sentarte en el sofá.

Sus ojos adquirieron un brillo vidrioso y sus mejillas se ruborizaron de rosada anticipación mientras se acomodaba en el sofá cercano, con la luz del fuego salpicando su piel. 

Finalmente MinHo se levantó de su posición relajada en el sillón, tomó la máscara roja y se dirigió hacia TaeMin.

—Abre tus piernas.

TaeMin separó sus muslos a la orden y él dejo caer su mirada a su apetecible miembro.
Se veía tan humedo que tenía que estar empapando su ano con sus jugos. Dio un paso entre sus rodillas y dijo:

—Ahora muévete un poco más cerca del borde. Sentándose recto, avanzó hacia adelante hasta que él mayor ordenó:

—Detente.

Su rostro estaba al nivel de su polla, a sólo unas pocos centímetros de distancia.

Su mirada estaba clavada en su erección y se veía francamente hambrienta. Maldita sea, en verdad era una chico malo. MinHo lo había esperado como el infierno, pero nunca había creído realmente que su amigo estaría tan metido en este tipo de juegos sexuales. Su hambre y la falta de miedo lo volvían aún más caliente.

Le deslizó la máscara de satin sobre sus ojos, cubriéndolos por completo. TaeMin se sentó muy quieto y tranquilo, dándole una sexy mordida a sus labios. Le hubiera gustado tener una cámara para poder fotografiarlo así, entonces podría congelar la visión y mantenerla para siempre; su perfecto sumiso, esperando a ver lo que iba a exigir de el.

—Abre tu bonita boca para mí, niño malo.

TaeMin abrió sus labios ampliamente, dejando su lengua tendida ligeramente sobre su labio inferior, claramente a la espera de su polla. Él sonrió. Sucio, malvado niñito.

—Hay algo que quiero que pruebes. —Dijo en voz baja. — ¿Estás listo?

TaeMin asintió, la boca todavía en perfecta posición para chupar.

Estirándose detrás de él a la mesa de café, agarró el grueso bastón de caramelo que había colocado allí antes, deslizándolo lentamente en la lengua a la espera. Bajo el satén rojo, las comisuras de los labios se levantaron en una pequeña sonrisa mientras un sonido de diversión escapaba de su garganta.

Se inclinó a su lado, susurrando: —Chúpalo para mí.

A medida que sus labios se cerraron firmemente sobre la barra de dulce, su polla se sacudió. Deslizó el bastón de caramelo profundo en su aceptante boca, una, dos, tres veces, y cuando él lentamente lo hizo hacia atrás, TaeMin golpeó su lengua sobre la punta tan sensualmente que MinHo casi lo sintió en la punta de su erección.

Colocando el bastón de caramelo a un lado, MinHo se estiró, acariciándole el pelo, reposicionándose a sí mismo de manera que su pene quedo peligrosamente cerca de los sensuales labios del rubio, teñidos de color rojo oscuro del dulce de menta a rayas.

Escuchó su propia respiración llegando más rápido a medida que envolvía el puño alrededor de la base de su eje, empujando la cabeza ligeramente contra su boca.

TaeMin se abrió para él, pero MinHo se apartó, lejos; castigándose tanto a sí mismo como a TaeMin.

Su sonrisa desapareció, el rubio gimió de frustración.

— ¿Quieres esto, bebe? —Ronroneó. — ¿Deseas esta polla en tu boca?

—Mmm, sí.

Consideró burlarse de el menor un poco más, haciendo más difícil su trabajo, haciéndolo rogar, pero no creía que su propio cuerpo pudiera soportarlo. Así que estabilizó su erección a la altura de su cara, entonces se deslizo dentro.

Su gemido de deleite mientras sus húmedos labios se cerraban alrededor de su polla hizo temblar a MinHo. Maldita sea, TaeMin era demasiado bueno. MinHo deslizó su polla suave y profundamente en los recovecos de su caliente boca, viendo cuan tranquilo se mantuvo TaeMin, tranquilo pero decidido, inclinándose hacia adelante para tomar aún más de lo que ofrecía. Él gimió y empujó más y más profundo aún, hasta que más de la mitad de su erección estaba enterrada entre esos bonitos labios rojos.

MinHo contuvo su respiración ligeramente cuando una fresca y hormigueante sensación se hizo eco a través de su erección, de la menta persistiendo en la boca del rubio, supuso. Nunca había sentido nada igual y se agregó infinitamente al placer ondulando a través de su cuerpo.

Su polla palpitaba como loca, y por unos segundos pensó que podría explotar, pero luego TaeMin dio marcha atrás, cayendo en un caliente ritmo, tomándola, retrocediendo, tomándola, retrocediendo.

—Mmm, sí, bebe. —Gruñó. —Justo así.

Sólo observarlo proveía casi el mismo disfrute que su boca daba. Nunca había visto a un hombre o mujer parecer tan voraz, sin embargo, tan sumiso, al mismo tiempo. Sus largos y profundos embistes entre sus labios pronto se convirtieron en una follada a su boca; suavemente, pero a fondo. Amaba su confianza; TaeMin no podía ver, no podía tocar, pero confiaba en que él no empujaría demasiado lejos, que no le daría algo que no pudiera manejar.

—Chupas mi polla muy bien, bebe. —Susurró en el odio de TaeMin.

~*~*~*~

TaeMin dejó que sus palabras llenaran sus sentidos tanto como su enorme polla le llenaba la boca. Una parte de el casi no podía creer que incluso pudiera envolver sus labios alrededor de su grueso eje, y mucho menos tomarlo todo el camino en su garganta, pero en el momento en que MinHo lo había deslizado, lo había deseado tan condenadamente mal que ni siquiera había pensado en estar intimidado por su tamaño. El rubio simplemente lo había aceptado, deleitándose en este, deglutiendo tanto de él como podía.

No ser capaz de ver incrementaba su sentido de lo grande que erala polla de MinHo mientras el disfrutaba cada solido centimetro que entraba y salía de su boca. Tener sus brazos atrapados detrás de su espalda era a la vez frustrante y apasionante... tomaba su control, sin embargo, TaeMin lo quería de esa manera, quería que MinHo tuviera todo el poder sobre el que deseara, quería ser su esclavo sexual de Navidad.

— ¿Quieres ver, bebe? ¿Quieres ver lo que estás chupando?

—Mmm. —Respondió el rubio alrededor de su polla, asintiendo con la cabeza.

Le gustaba estar con los ojos vendados para él, pero si le estaba ofreciendo dejarlo darse un festín con sus ojos, no podía rechazarlo.

Él corrió la máscara lejos de sus ojos y TaeMin fue capaz de ver la tremenda columna entrando y saliendo de su boca. Le habría gustado tomar más de él, todo, pero tenía por lo menos de veintitrés a veinticinco centímetros. Después de admirar el espectáculo de su caliente polla, toda seda sobre acero, pequeñas venas curvándose alrededor de esta, TaeMin levantó su mirada hacia él hombre alto, viendo directamente a esos profundes y grandes ojos mientras lo chupaba. La forma en que se alzaba sobre el lo hacía sentir aún más como su esclavo sexual. Le habría gustado chupar su polla toda la noche, pero finalmente, MinHo retiró las manos de su pelo, su eje de su boca, la cual se sentía cansada e hinchada una vez que se retiró.

TaeMin le sonrió. — ¿Cómo quieres castigarme ahora, MinHo?

Ante el uso de su nombre... la primera vez esta noche, TaeMin lo había llamado más que Santa, un destello de calidez inesperada pasó a través de la mirada de MinHo antes de que su mirada severa regresara, junto con otra sonrisa maliciosa. —Date la vuelta.

TaeMin contuvo el aliento ante la solicitud, y luego volvió su espalda hacia él, poniéndose de rodillas en el sofá.

Fóllame, pensó. Por favor, fóllame. TaeMin arqueó su culo ofreciéndose sumiso a él.



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mil disculpas por la tardanza si tengo mas de tres comente subo la ultima parte hoy mismo de acuerdo..!! 

gracias por esperar y comentar 

bsos!!

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