viernes, 1 de noviembre de 2013

P.C. Segundo Pecado: PEREZA



Estaba cansado de ver al castaño ir de un lado al otro, el solo verlo le causaba agotamiento.

¿Es que el chiquillo ese no se cansaba de ir de aquí para allá? ¿No podía permanecer quieto siquiera un minuto?

¡Al parecer no!

Pareciera que el menor disfrutaba de andar de un lado al otro, al moreno se le hacía tan fastidioso y agotador con solo observar al menor escabullirse de aquí para allá como un felino en busca de una presa.

Ante su pensamiento Minho solo rodo los ojos desviando así su atención del pequeño gatito, SU gatito, sonrió ante su propio pensamiento y luego reacciono, Taemin no era nada suyo, por dios, ni siquiera se hablaban como para decir que el menor era algo más que un compañero de clases, pero aun así él lo reclamaba como algo de su propiedad

Definitivamente el calor le estaba friendo el cerebro, porque para a ver seguido a SU Taemin hasta la biblioteca, ya era demasiado para una persona tan Perezosa como lo era Choi MinHo, pero ahí se encontraba, observando fijamente, como el pequeño castaño buscaba, los libros que seguramente necesitaba para alguna investigación o tarea.

Tenía que salir de esa biblioteca antes de que su reputación quedara manchada.

MinHo detestaba las bibliotecas, y Taemin amaba leer, investigar, definitivamente eran polos opuestos totalmente, pero era justamente eso lo que hacía que Minho quisiera a Taemin solo para él. Y una vez más pecaba de avaricia, se convertía a un más avaro cuando de Taemin se trataba, porque lo quería para él y solo para él y por dios que lo conseguiría.

Simple y sencillamente porque Minho siempre conseguía lo que quería, siempre tenía lo que deseaba y el menor no sería la excepción.

Su espíritu competitivo ardió en llamas ante la nueva meta a lograr, definitivamente lograría que Taemin cayera a su pies, una sonrisa burlona se apodero de sus carnosos labios.

Se levantó del lugar de donde estaba y se encamino a la salida de la biblioteca, por ese día había sido suficiente de perseguir a su nueva presa.

Salió por el largo pasillo, encaminándose a su santuario de “paz” el gran roble que estaba en la parte de atrás de las instalaciones de la universidad, ese era su lugar favorito, bajo la sombra de ese gran árbol, siempre descansaba de las agotadoras clases, o, simplemente iba a ese lugar cuando se saltaba alguna clase, o, cuando tenía que esperas para su próxima clase.

Definitivamente él no tenía un buen promedio como el pequeño castaño, pero sabía que eso se debía a la poca dedicación que le daba a sus estudios, estaba muy consiente que tenía que esforzarse un poquito más, pero simple y sencillamente le deba…PEREZA

Le daba demasiada pereza estudiar más de lo estrictamente necesario según creía él. Realmente no se quejaba de sus notas, tenía un promedio aceptable, podría mejor mas pero le daba tanta pereza intentarlo, así que simplemente desistía de eso, jamás se vio a sí mismo como esos chicos que se la pasaban horas, días y hasta semanas encerrados en su habitación estudiando, eso estaba fuera de su imaginación.

Definitivamente el prefería pasar sus horas libres con una mujer, o viendo algún anime, así como lo venía haciendo durante esos últimos años, y bueno su modo de vida no había afectado ni dificultado sus estudios, y rogaba que eso no cambiara en los próximos años de carrera, porque entonces tendría que elegir y definitivamente jamás elegiría sus estudios, encima de su propio placer.

Se recostó en el suave césped, debajo de su árbol favorito, se sentía tan relajado, que no se dio cuenta en que momento fue vencido por el sueño, estuvo durmiendo un buen rato, hasta que los rayos del sol le pegaron completamente en su cara, muy a su pesar entreabrió sus grandes ojos y con el dorso de su mano derecha se tallaba ambos ojos, tratando de alejar el sueño de su cuerpo.

Se reincorporo con ayuda de sus antebrazos justamente cuando el castaño pasaba apresurado por el sendero que estaba horizontal a él.

En sus esponjosos labios se dibujó una sonrisa un tanto maliciosa, cuando una magnífica idea se cruzó por su mente.

Se reprochó mentalmente por no haber pensado antes en eso, pero en esos momentos agradecía profundamente tener un cerebro tan genial para formar planes totalmente brillantes en cuestión de segundos.

Así que rápidamente llamo al pequeño por su nombre.

—¡Taemin! —le grito él levantando una de sus manos y moviéndola de un lado para el otro para que el bailarín supiera donde se encontraba.

Realmente no tenía que hacer tanto alboroto, era visible, después de todo estaba bajo el árbol más grande y frondoso de toda la universidad, pero bueno conociendo lo despistado que podría llegar a ser el pequeño castaño era seguro que voltearía y miraría en todas las direcciones menos hacia donde él se encontraba.

Observo como el menor giraba sobre sus talones con la misma rapidez con la que caminaba, aunque se encontraba bastante lejos, fue capaz de observar como el rostro del menor cambiaba, paso de un rostro concentrado en lo que hacía a uno de total intriga al ser llamado por su compañero de curso, era entendible después de todo, en esos dos años que cursaban juntos la carrera, nunca le había dirigido la palabra, ni siquiera la vez en la que chocaron accidentalmente en aquel pasillo.

Aun con el semblante de intriga, pero en sus hermosos ojos avellanas brillaba la chispa de la curiosidad, el menor poco a poco comenzó a caminar en dirección a donde él se encontraba, y Minho no pudo evitar sonreír para sí mismo de una manera exageradamente arrogante.

—¿Me llamabas? —preguntó el menor con suma intriga en la voz y en el rostro. Él contuvo las ganas de reírse, por supuesto que le estaba llamando, pero al ver que el castaño permanecía expectante en espera de una respuesta, se dio cuenta que le preguntaba muy en serio.

—Disculpa si te he molestado—se disculpó, y observo al menor con un gesto algo culpable; de vez en cuando era bueno aparentar ser amable y bueno. Sabía perfectamente que estaba usando un truco muy bajo, pero al demonio, el usaría cualquier truco, con tal de tener al menor—; me ¿ayudarías a levantarme por favor?

El castaño lo miro de pies a cabeza y después con la duda escrita en los ojos y el rostro lo miro fijamente a los ojos por un largo rato, Minho permanecía con su rostro de lastima, con sus ojos de borrego a medio morir, esa cara que lo hacía ver tan adorable y para muchas mujeres hasta comestible.

Si cualquier mujer estuviera en el lugar del castaño ya se hubieran lanzado a sus brazos, pero el menor simplemente seguía parado mirándolo tratando de saber si de verdad era cierto que el alto necesitaba de su ayuda.

Tenía que decir algo para convencerlo y rápido

—corría rápido para poder llegar a tiempo a mi próxima clase, pero no me di cuenta que tenía desatada mi agujeta, por lo que me tropecé y caí, lastimándome el pie— dijo lo primero que se le vino a la mente en ese momento, y agradecía a su brillante mente el haber utilizado de manera correcta el horario de clases; ya que era cierto de que llegaban ambos tarde a su próxima clase; solo que él desde antes había decidido no ir.

—omo…es verdad —exclamó el castaño, ahora con un semblante relajado y la mirada más confiada y no a la defensiva como al principio.

No podía creer que aquella mentirita le diera resultado.

«Él es en verdad muy ingenuo»

Taemin extendió una de sus manos hacia Minho, ya que la otra estaba tomando con fuerza uno de los bordes de su mochila.

El moreno sabía, gracias a la minuciosa “investigación” que hizo acerca del menor, que este era un ser con un alma sumamente caritativa, era parte de aquel grupo en peligro de extinción que definitivamente ponían la otra mejilla.

Taemin definitivamente era único, especial, pero el alto no lo era

La delgada, delicada y pequeña mano blanca del menor aún seguía extendida frente a él, se dio el gusto de contemplarla unos segundos más antes de poder tomarla.

Fue justamente en ese momento cuando otra idea cruzo por su brillante mente.

En el momento en que ambas manos se tocaron y el agarre fue lo suficientemente fuerte, el castaño por inercia propia tiro del alto retrocediendo un par de pasos para poder levantarlo y así poder ayudarlo.

Pero ese fue un gran error.

Definitivamente el ser arrastrado hacia el suelo no estaba en los planes de Taemin.

Minho pudo observar cada gesto en el rostro del castaño a medida que este caía. Para Minho fue extremadamente fácil poder arrogar al menor al suelo junto con él, Taemin realmente era liviano casi como una hoja de papel.

El castaño dejo salir un gritito ahogado segundos antes de que su delgado cuerpo chocara con el del más alto. El impacto fue más duro de lo que Taemin había pensado. El pecho de su compañero estaba tan duro como una roca.

Minho reaccionó rápido y a la velocidad de la luz rodeó la pequeña cintura del castaño con sus fuertes brazos, evitando de esta manera que Taemin intentara rodar hacia un costado para alejarse de él, o en el peor de los casos, levantarse.

Él lo quería así, quería a Taemin.

El castaño estaba nervioso, la respiración agitada lo ponía en evidencia, el alto podía sentir claramente los latidos desbocados de su corazón golpear contra su pecho. Pero aun así el menor se encontraba con la cabeza agachada, clavada en su pecho firme, desviando su mirada lejos de los ojos del alto, el moreno sonrió de lado ante la majestuosa vista que tenía enfrente, podía observar el cabello sedoso y caramelo de su gatito, al estar entre sus brazos el olor natural a jazmines que el menor desprendía inundo sus fosas nasales, llenando sus pulmones con ese olor tan exquisito y embriagador, llenándolo de paz.

Jamás lo reconocería, pero desde aquel encuentro sentía como si olor a jazmines que desprendía el cuerpo del menor lo tuviera él impregnado en su propia piel.

Taemin se removió incomodo por la posición en la que estaban, sujetando con ambas manos la playera negra que su compañero traía puesta para lograr hacer un poco de fuerza y así poder salir de su escondite. El castaño quería levantarse, alejarse de él, pero Minho se lo impedía.

Respiro sonoramente y se armo de valor para levantar su rostro hacia el alto y pedirle que lo dejara en libertad, para poder levantarse, cuando sus ojos entraron en contacto, no pudieron apartar la mirada, era como si sus ojos se hubieran fundido en uno solo.

El silencio reino en ese momento, Minho se quedó mudo, como si en el basto mundo no existiera una criatura tan inocente y hermosa al mismo tiempo; una criatura que le hacía desear esos labios entre abiertos por donde tomaba pequeñas bocanadas de aire, lo deseaba tanto hasta el grado que lo ponían ansioso. Taemin tenía los ojos brillosos, las mejillas sonrojadas, y su cabellera caída dándole un toque de total sensualidad la imagen perfecta de su presa.

Por primera vez sucumbió ante la mirada tan inocente y pura del castaño, haciéndolo sentir un maldito pecador sin salvación, se pregunto a sí mismo si era lo correcto querer al inocente niño solo para él y para nadie más que él o dejar que el pequeño encontrara el verdadero amor que de seguro buscaba.

—Hermoso —dijo el alto en un susurro que le costó todo el aliento. Aunque para él esa palabra era simple, al decirla para el menor lo dejo sin aire, el menor pestañeo confundido, sabía que su alto compañero había dicho algo, pero a pesar de estar cerca, por suerte o desgracia del mayor, el menor no había logrado comprender que fue lo que dijo —. Eres demasiado torpe verdad?.

El castaño se sonrojo hasta las orejas y él se contuvo de reírse.

—Lo…lo siento tanto —se disculpó esquivando la vista de él. La verdad que su compañero tenía razón, ese era uno de sus mayores defectos; y justo el que quería ayudarlo

—No te preocupes, pequeño, tampoco es gran cosa —explicó el moreno con simpleza, pero al parecer el castaño se sentía demasiado culpable.

Las cosas serian diferentes, si el inocente de Taemin supiera que su compañero lo había hecho a propósito.

Se sonrojo leventemente y agacho la mira, no esperaba que su hyung lo llamara de esa manera tan “familiar”, puesto que jamás ambos habían cruzado palabra alguna, el era parte del grupo de chicos nerd, que no estaban a la altura ni al nivel del alto para ser amigos o para siquiera dirigirle la mirada o un saludo de compañeros.

En cambio el alto era el tipo de chicos que eran deseados por todos, tanto mujeres como por hombres, y el menor no era la excepción.

—Será mejor que me levante y te ayude —dijo el pequeño castaño totalmente convencido. Se sorprendió de si mismo ante la seguridad en la que actuaba aunque eso le gusto y daba gracias a dios de no tartamudear o que saliera su famoso hipo al estar tan nervioso, realmente se sentía un poco incomodo estar en esa posición con el alto, pero una parte de él no quería separase de su compañero.

Minho hizo una mueca que no pudo definir muy bien. Taemin no juraba en vano, pero parecía casi lo aseguraba que el alto estaba enojado con sus palabras.

¡No iba a permitir al menor levantarse! No sabía por qué demonios, pero no quería que SU pequeño huyera de sus brazos, había pensado mucho para tener un acercamiento que no pereciera premeditado y ahora que lo había logrado no permitiría que Taemin se escapara de sus brazos como el gatito escurridizo que era.

—Pereza —dijo el alto arrastrando las palabras, realmente no estaba mintiendo, ciertamente le daba demasiada pereza levantarse de su lugar favorito y menos ahora que tenia sobre él a su nueva víctima, así que no se iba a parar, todo estaba yendo tan perfecto.

Se concentro en observar esos ojos avellana, que transmitían tanta calma y tranquilidad, pero en menos de un segundo esos ojos se tornaron oscuros, el chocolate de sus ojos se estaba derritiendo ante el enojo que invadía al menor, se sintió mareado y sofocado ante la mirada tan penetrante del castaño.

Tampoco supo, y mucho menos con qué fuerza, Taemin logró zafarse de su fuerte agarre y se sorprendió ante la rapidez con la que se levanto su dulce niño, el castaño lo fulmino con la mirada, se dio media vuelta dándole la espalada a su hyung y con paso lento pero decidió comenzó a caminar, desde que se zafo de su agarre no le dirijo la palabra y no tenía pensado hacerlo, aunque pareciera dulce e ingenuo el también tenia dignidad.

«Carajo»

Minho se levanto del suelo con suma rapidez como si estuviera sobre espinas, dio zancadas largas para acortar la distancia que lo separaban del menor, tomo con fuerza más de la necesaria el antebrazo del castaño y lo obligo a girar para que pudiera mirarlo a la cara.

Una vez mas Taemin fulmino con la mirada a Minho , transmitiendo a través de la mirada que lo soltara y lo dejara en paz, pero de su boca no salió sonido alguno.

El pequeño e inocente Taemin estaba enojado y mucho

—Veo que puedes caminar muy bien —dijo el menor con cierto enojo en la voz al observar fijamente el "supuesto" pie lastimado por la "supuesta" caída—. Te recuperas rápido, Choi.

El menor le hablo de una manera tan grosera, siendo el castaño tan respetuoso con sus mayores, pero el enojo que el alto le hacía sentir estaba mas allá de sus modales, había casi escupido su apellido con tanto veneno que pudo sentir como si la sangre en sus venas se hubiera congelado. El mayor se reprendió mentalmente por no haberse acordado de aquella mentirita.

—Taemin, deja que…

—¡Yo no te di permiso para que me llamaras por mi nombre! —le gritó el menor mientras apretaba uno de sus puños conteniéndose para no proporcionarle una buena cachetada. Tendría que haber dejado que se revuelque en el piso; Minho no poseía un buen currículo de presentación.

Tendría que haberse dado cuenta que todo era una mentira—. Tampoco tienes que explicarme nada, yo no te pedí ninguna explicación… —tomó aire de forma sonora y notó como el alto se alejaba un paso—; pereza, es la explicación más estúpida que escuche.

—No puedes enojarte por una simple broma —le respondió Minho, mientras volvía a retar al castaño con la mirada. Se estaba tomando las cosas demasiado a pecho, se estaba comportando como un niño pequeño. Pero no podía decírselo porque sino su original plan se vería truncado—. Enserio necesito tu ayuda.

Taemin simplemente lo ignoró de la forma que ninguna ser sobre la tierra lo había hecho, y hasta logró que su voz sonara lastimosa para que el menor se compadeciera de su persona.

—¡Eres uno de los estudiantes con el mejor promedio! —le gritó, pero Taemin seguía caminando mientras lo ignoraba olímpicamente —. ¿Podrías ayudarme a estudiar?

Sólo en ese momento el castaño se giró. Minho sonrió ante su triunfo. Era predecible, un alma caritativa jamás daría la espalda a un ser que lo necesitara.

—La pereza es un pecado, y contra eso yo no tengo el remedio.

Y sin más el menor se marchó con una gran sonrisa de satisfacción en los labios.

A Minho simplemente se le borro la sonrisa triunfante de los labios

«Mierda y mil veces mierda»

Esta vez había fallado, pero la próxima juraba que no se le escapaba.

Sí, era cierto, la pereza era un pecado que él poseía, pero en este caso por lo menos le había servido para tener a su pequeño gatito entre sus brazos.

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