TaeMin
le costó un rato encontrar a Minho. No estaba en ninguna de las habitaciones de
abajo, Así que subió a buscarlo arriba, donde le encontró sentado recostado en
uno de los grandes sofas junto a la chimenea, con los pies descalzos apoyados
sobre la mesa.
Acababa
de darse una ducha. Tenía el pelo mojado e iba vestido con su bata de felpa
blanca. Había un vaso de lo que debía ser su whisky favorito sobre la alfombra,
pero no debía haberlo tocado, ya que debía haberse quedado dormido nada más
sentarse.
“Por
el cambio de horario”, se dijo, y con cuidado de no despertarlo, cerró la
puerta y se quedó contemplándolo. Aquel era el hombre al que amaba. El hombre
que lo quería tanto que había sido capaz de rogar a su hermano mayor, casarse
con él, rodearlo de lujos y arrullarlo en la oscuridad inquietante de su
poderosa sensualidad. Había luchado por él, arriesgándose incluso a quedar en ridículo
delante de los demás, y para colmo, había dejado su orgullo a un lado al pedirle
a Siwon que le expusiera la verdad.
La
verdad.
Una
verdad que se merecía otra, decidió, y tras saciar la mirada con su imagen,
entró en el dormitorio.
Estaba
empezando a despertarse cuando volvió con el pelo suelto, tal y como le gustaba
a MinHo, recién duchado y envuelto en otra esponjosa bata de baño también
blanca.
El
corazón le latía demasiado deprisa, porque había necesitado armarse de valor
para acercarse a él así, ya que no sabía de qué humor iba a encontrarlo.
Seguía
teniendo los ojos cerrados, pero había bajado la mano para alcanzar el vaso de
whisky.
‑Hola
-le dijo en voz baja.
Minho
abrió despacio los ojos.
‑¿Ya
has conseguido la verdad que querías? ‑le preguntó, implacable.
‑Sí
–le contestó con una sonrisa llena de dulzura.
‑¿Y
qué te ha parecido?
‑Muy
bien.
Entonces,
antes de que el pudiera protestar, le quitó el vaso de la mano y se sentó en su
regazo.
‑
¿Puedo besarte por ello, o estás aún demasiado enfadado conmigo como para eso? –
Choi no contestó, y la seriedad de su rostro siguió siendo la misma. No iba a
ponérselo fácil.
‑También
puedo volver a marcharme, si te da lo mismo ‑ofreció.
Nada.
Ni siquiera un parpadeó.
‑El
problema es ‑continuó en vena trágica‑, que eres demasiado viejo para mí...
No
funcionó.
‑Lo
sé ‑contestó él, con igual seriedad.
Taemin
suspiró.
‑Tienes
más años que yo de experiencia, y no es
justo.
Choi
lo miró a los ojos.
‑¿Me
estás pidiendo que te espere los años que te faltan, mientras tú te pones al
día?
‑¿Para
qué serviría? ‑suspiró‑. Siempre me llevarías los mismos años de ventaja.
‑Bueno...
‑cerró los ojos‑. Si te sientes mejor, te diré que me siento cincuenta años
mayor que tu... y eso es realmente trágico.
‑¡Pobre
abuelito mío! ‑se lamentó, y sujetándole la cara entre las manos, lo besó.
Aquello
tomo desprevenido al mayor, y al principio no respondió; más bien al contrario.
Pero ya que había cobrado la ventaja de la sorpresa, decidió seguir adelante,
hasta que sintió que la tensión iba abandonándolo, que dejaba de intentar
apartarlo y que lo besaba a su vez.
‑¿Y
esto, por qué? ‑le preguntó al castaño cuando se separó de él.
‑Pues
porque, viejo o joven, te quiero ‑contestó.
Pero
no fue tan fácil.
‑¿Dónde
está Siwon? ‑preguntó, como si relacionara inmediatamente el concepto del amor
con el nombre de su hermano.
‑Se
ha ido. Ha vuelto con su precioso esposo que no sabría cómo besar ni leyéndolo
en un libro de instrucciones.
Minho
arqueó las cejas.
‑¿Siwon
te ha dicho eso?
‑No,
fuiste tú. Aunque creer una sola palabra de lo que tu digas, sabiendo tan bien
que mientes, es un riesgo que no sé si correr...
‑Ah,
ya. Así que te lo ha contado todo, ¿no?
‑Se
siente culpable por haberte forzado a rogarle que me dejara.
‑¿Rogarle?
‑protestó‑. Qué cínico. ¡Lo amenacé con matarlo si no se dejaba de juegos, pero
me niego a que me acusen de suplicar!
Taemin
se encogió de hombros.
‑Bueno...
él lo vio así, y de todas formas ‑sonrió, delicioso‑, yo prefiero imaginarte
rogándole que me dejara plantado para poder ocupar tú su lugar.
‑Si
yo estuviera en tu lugar, tendría cuidado con qué terreno pisas, porque sigo
muy enfadado contigo.
-Ya…Pero
es que te he traído un regalo. Una pipa de la paz si lo prefieres.
Y
vio cómo se mordía suavemente el labio, lo miró a los ojos esperando una
respuesta:
Era
una mirada que MinHo ya había visto antes, justo en medio del mercado callejero
más bullicioso del mundo, y sus ojos se oscurecieron al recordarlo. Aquella
mirada juguetona y sensual podía hacerlo enloquecer, y sus sentidos reaccionaron
como los navegantes ante los cantos de sirenas.
‑Está
bien ‑se rindió‑. ¿Qué clase de regalo?
Taemin
fue a desabrocharse el cinturón de la bata, pero Choi lo sujetó.
‑¿Qué
estás haciendo?
‑Abrir
tu regalo ‑contestó‑. Soy yo. Es decir, si todavía me quieres después de la
estupidez que he cometido hoy...
Minho
cerró un instante los ojos y cuando volvió a abrirlos, sus iris casi habían
desaparecido.
‑Ven
aquí ‑gimió, tirando de TaeMin‑. ¿Tan ciego estás que no eres capaz de ver
cuando un hombre está enamorado de ti de pies a cabeza?
‑Supongo
que sí ‑se lamentó‑. ¡Pero yo también estoy enamorado de ti de pies a cabeza,
Minho! Llevo tanto tiempo estándolo que casi no recuerdo cómo era antes mi
vida.
‑Bien
‑contestó el moreno antes de besarlo‑. Y espero que sigas así, porque pienso
poseer cada instante de tu vida.
‑¿Y
crees que no voy a hacer yo lo mismo con la tuya? Así que, como vuelva a verte
dándole a Heenchul un beso, aunque sea el más fraternal, desaparezco.
‑Ese
hombre es un verdadero dolor de cabeza ‑se quejó‑. Era un dolor de cabeza
cuando se encaprichó conmigo hace unos años, y sigue siendo un fastidio ahora.
Fue a buscarme al aeropuerto para acompañarme hasta el Connaught a intentar
convencerme de que perdonara a Siwon por cómo te había utilizado.
‑¿Por
qué al Connaught?
‑Siwon
ha vendido su apartamento, así que por ahora, viven allí. Después van a
marcharse a Chicago. Siwon va a asociarse con su suegro. Y, con sinceridad,
creo que le sentara bien salir de mi sombra.
‑Aún
no le has perdonado, ¿verdad?
Choi
solo se encogió de hombros.
‑A
pesar del encanto que aparenta, no es una buena persona.
‑Lo
sé ‑Taemin suspiró‑. Pero creo que, al menos, está empezando a darse cuenta de
ello, si es, que te sirve de consuelo.
‑El
único consuelo que necesito ahora es que tú me asegures que soy lo que tú
quieres de verdad, y no sólo soy el
sustituto de Siwon.
‑No
digas eso, por favor ‑susurró al ver una sombra de incertidumbre en sus ojos‑.
Siento que el hecho de que Siwon y yo estuviéramos a punto de casarnos te
hiciera daño, Minho, pero no encuentro la forma de conseguir que lo olvides.
Pero lo que sí puedo decirte es que la primera vez que te vi en la reunión en
donde Siwon nos presentó y él y yo nos comprometimos me obsesionaba, tanto
que lo que más me preocupaba era lo que tú pudieras pensar de mí. Quizás ya
estaba enamorándome de ti sin saberlo ‑sugirió‑. Es posible que estuviera tan
asustado que no me atreviera a analizar por qué me inquietabas tanto.
Para
sorpresa de Taemin, él empezó a sonreír.
‑Aun
a riesgo de parecer arrogante ‑bromeó‑, soy lo bastante hombre como para saber
lo que valgo. Sólo necesitaba tener tiempo para estar contigo. Un tiempo que
pensé que no iba a conseguir...
-Eso
es lo que dijiste hablando por teléfono desde JeJu ‑recordó el castaño.
‑También
dije que estaba enamorado de ti, pero tú decidiste creer que me refería a
Heenchul.
‑Lo
siento ‑se disculpó en voz baja.
‑No
lo sientas. Para serte sincero, hasta sentí cierto alivio cuando
malinterpretaste la conversación, porque así me quedaba algo de orgullo
intacto.
‑Mientras
empleabas las dos semanas siguientes en abusar de mí.
‑Habría
que aclarar quien abusaba de quién ‑se burló Choi.
‑¡Eh,
eh! Ten cuidado con lo que dices, porque tengo un testigo.- Y le mostró la
muñeca con el reloj de Minnie.
‑Pero
yo también lo tengo ‑contestó el mayor, y del bolsillo de la bata sacó el Buda
de jade‑. Dijiste: que tengas suerte, Minho, ¿te acuerdas? Pues he
tenido suerte, Taemin ‑añadió‑. Mucha suerte.
Y
lo besó con infinita ternura.
‑Ven
‑susurró TaeMin, tirando de su mano para que se levantara del sofa.
‑¿Adónde
vamos?
‑A
abrir tu regalo ‑contestó, tirando de él hacia el dormitorio.
Su
dormitorio. Su hogar. Su vida. Su amor.
Nada
de mentiras, ni de ilusiones, porque aquella era la verdad. La única verdad:
MinHo
amaba a TaeMin y TaeMin amaba a MinHo. Una
verdad tan sencilla y gloriosa Nada más.
NOTa: bueno este cap dedicado a Mona por el diseño del blog!!... Gracias MONA!!... bueno fin se acabo!!
WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! este capitulo es mioo-presume-
ResponderEliminarQUE HERMOSO FIC!! Desde que lo comenzaste hasta ahora me encantooo cada capitulo
MINHO SIEMPRE AMARA A TAEMIN <3
“MinHo amaba a TaeMin y TaeMin amaba a MinHo”. Que hermoso.
ResponderEliminarEste era el final que esperaba y no me decepcionó. Amé la historia desde que publicaste el primer capítulo en AY, luego cuando no la encontré me sentí muy desilusionada porque de verdad me había gustado mucho, no tienes idea de cuán grande fue mi emoción hallar este fanfic después de buscarlo por cielo, mar y tierra, literalmente. Gracias por no abandonar cuando creí que lo harías, por soportar mis insistencias las cuales quizás me tacharon contigo de fastidiosa y obstinada, por todos los minutos que disfruté mientras leía…
Siento que me tomé demasiadas confianzas contigo al punto de tratarte como cualquiera conocida mía, y si alguna vez te molestó, te pido disculpas. Nos veremos pronto.
después de una década vengo a contestar y realmente tus palabras fueron y son las que me han motivado a seguir, no se la razón por la que has dejado de visitar el blog, extraño mucho tus comentarios.
EliminarY es un placer que me trates como a una conocida mas <3
espero leerte pronto, de hecho me preocupa un que te hayas ido así sin dejar rastro, espero estés bien y te pongas en contacto conmigo..!! bsos
Me decepciono el final, Minho siempre manipulo a Taemin, incluso manipulo su felicidad solo para su conveniencia, si Taemin se casaba con Siwon y eso no prosperaba era problema de Taemin ¿por que Minho tubo que intervenir? en pocas palabras Siwon siempre iba a casarce con Tae y fue Minho el que lo impidió, no heechul, lo vio sufrir, llorar humillado, y siempre fue su culpa. Yo no lo hubiera perdonado, por lo visto Minho no lo amaba tanto como para dejarlo ser feliz con su hermano...
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