martes, 1 de octubre de 2013

M.C. Capitulo 12.- no todo es miel sobre hojuelas








¿Bien? ‑le preguntó Key‑. ¿Estás enamorado de él, sí o no?






Vestido con un traje color paja que debería ser informal, pero que aún así y a simple vista se notaba que se había pagado por él una escandalosa suma de dinero, Taemin se sentó a una pequeña mesa del que antes fuera su bar preferido en Londres, con la mirada perdida entre los clientes que iban y venían mientras decidía cual era la mejor forma de contestar a aquella pregunta.






Era curioso, pero se sentía fuera de lugar en aquel sitio. De hecho, tenía la impresión de no saber ya quien era en realidad Lee Taemin, porque el esposo de Choi Minho era una persona completamente distinta.






Llevaban ya una semana en Londres, tras la estancia de dos semanas en la isla de JeJu en Sur Corea, y había sido precisamente en esas dos semanas cuando el esposo de Choi había sido creado, moldeado por las manos del hombre con quien estaba casado. La ropa, su forma de comportarse, la forma de mirar la vida e incluso la manera en que se percibía a sí mismo, se había visto alterada por completo.






Pero quizás lo más significativo de todo fuese que la criatura de ojos vacíos y aire extraviado por la que Key había estado tan preocupado ya no existía, y en su lugar estaba aquel hermoso hombre cuyos ojos oscuros tenian ahora una carga letal de sensualidad, de sabiduría con la que conseguir que cualquier hombre se sintiera maravillosamente bien. Un hecho que ninguno de los hombres presentes en aquel abarrotado bar había pasado por alto.






En resumen: era especial. Y pertenecía a alguien especial, a juzgar por la forma en que esos ojos apenas se fijaban en otro hombre.






‑¿Tan difícil es esa respuesta? ‑se burló Key.






‑La verdad es que sí ‑murmur6 Taemin, con una sonrisa tan sensual y tan enigmática que Key contuvo la respiración.






‑Me dijiste que lo querías ‑le recordó‑. Antes de casarte con él, me juraste que lo querías.






‑Ah... ‑Taemin se relajó en el respaldo de la silla‑. Pero entonces tenía que hacértelo creer. Tenía que fingir que todo había salido a la perfección, porque ésa era la única forma de que pudiéramos enfrentarnos a la sordidez de la verdadera historia.


‑¿Y ahora?






Key como hombre, también podía percibir la nueva sensualidad que emanaba de aquellos Ojos.






‑Pues que la sordidez ya no es tal‑contestó sin más‑. Minho y yo... nos entendemos a la perfección. Somos felices.






‑Felices en muchos sentidos, según parece ‑comentó Key, incómodo con todo aquello, con el nuevo Taemin y sus respuestas.






Aunque tampoco había estado conforme con Choi Siwon.






‑¿Qué ocurre, Key? ‑preguntó Taemin con ligereza‑. ¿Es que no crees que sea feliz?






‑¿Cómo quieres que lo sepa si no estás dispuesto a contarme nada? ‑suspiró, exasperado.






“Te he contado mucho más que a nadie” , pensó.






‑Me niego a tentar a la providencia diseccionando lo que tenemos ‑dijo, y cambió de tema‑. Y ahora, cuéntame tú qué tal van los planes de la boda.






Key se dio cuenta de la perfecta maniobra, y decidió decir la última palabra.






‑Ten cuidado, Taemin, porque me da la impresión de que vas a pegarte una buena bofetada.






La única respuesta de su amigo fue una de aquellas enigmáticas sonrisas, así que dejó que la conversación girara a partir de aquel momento en torno al día de su boda, que tendría lugar en dos meses.






Así que Minho y Taemin siguieron disfrutando de lo que habían encontrado, y durante las siguientes semanas, todo continuó discurriendo a la perfección.






Taemin no volvió a su puesto de trabajo anterior. Lo hizo por decisión propia, porque Minho se sentiría incómodo teniendo a su esposo trabajando como secretario mientras él se enseñoreaba, tal y como él mismo solía decir, en el piso de arriba.






Además, era consciente de que la gente con la que trabajaba no se sentiría a gusto teniendo al lado al esposo del presidente. Sería casi como tener a un espía entre sus propias filas.






Y, por otro lado, tampoco le habría hecho la más mínima gracia enfrentarse a las especulaciones sobre su matrimonio que debían correr como la pólvora por toda la empresa, así que tomar la decisión de no volver al trabajo fue fácil. Y el hecho de que Minho no intentara hacerlo cambiar de opinión significaba que a él tampoco le habría hecho demasiada gracia…






Pero tampoco estaba dispuesto a pasarse los días en casa, sin nada más que hacer que ocupar sus días en estar siempre deseable cuando él volviera a casa por las noches, así que se enlisto en las filas de una agencia de contratación temporal de secretarios y, una vez se acostumbró al ir y venir de una empresa a la otra, empezó a disfrutar con el nuevo trabajo. Le gustaba el anonimato que le proporcionaban las estancias cortas.






Y, por encima de todo, le proporcionaba una sensación de independencia, y algo de lo que hablar con el hombre tan apasionado que era su marido, aparte del sexo y la cama.






Sexo y cama... en realidad, las dos únicas cosas que tenían en común. Y si en algún momento, las advertencias de Key de que aquella luna de miel no podía durar para siempre le hacían pararse a pensar, rápidamente las ignoraba. Porque enfrentarse a las respuestas sería poner en peligro el precario bote en el que tan felizmente navegaba.






Así que el destino lo hizo por él. El destino cruel fue lo que le arrancó le venda de los ojos. Y el hecho de que ocurriera en medio de una calle de las más concurridas de Londres aumentó su crueldad, ya que no tuvo más remedio que abrir los ojos y ver.






Minho debía estar fuera del país, en un viaje de negocios a Estados Unidos; eso era lo que él le había dicho. Era la primera vez que se separaban, y Taemin lo echó de menos terriblemente cada noche en su cama vacía.






Lo llamaba toda las noches, eso sí. Cada noche, antes de irse a la cama, lo llamaba para desearle buenas noches, su voz cálida, tierna y sincera al decirle que lo echaba de menos. La verdad era que su actitud hacia TaeMin en aquellas últimas semanas era siempre así, con la pasión atemperada por algo que rayaba casi en el amor.






Una ilusión más que el destino decidió hacer añicos.






Quizás fue un golpe de fortuna que Key estuviera a su lado para apoyarlo en el momento en que por fin vio hasta dónde se había estado engañando.






Era miércoles, y Key y TaeMin estaban de camino a su acostumbrada comida de los miércoles. Minho tenía que volver aquella misma noche, y Taemin iba perdido en sus propios pensamientos mientras caminaban por la calle, en el recibimiento que iba a hacerle a su esposo.






Los ojos le brillaban con la luz de la anticipación mientras caminaban, y apenas era capaz de escuchar lo que Key le iba contando sobre la disposición de las mesas y las flores de la boda.






Fue entonces cuando los vio saliendo de un hotel en la acera de enfrente, y todo, todo lo que tenía vida dentro de él, la perdió en un instante.






Eran Minho y Heenchul.






Se detuvieron en las escaleras de la entrada y se miraron el uno al otro. Las manos de HeeChul se apoyaron en las solapas de la chaqueta de Minho, y le dijo algo por lo que él las cubrió con las suyas. El hombre de cabeza rubia añadió algo, a lo que el pareci6 contestar con aspereza... antes de bajar la cabeza y besarlo.






‑No ‑susurró Taemin.






Sí, insistió el destino. Es la hora de la verdad. Aquí la tienes, ante tus ojos. Mírala.






Minho, el hombre con el que se había casado. Minho, el hombre al que se había entregado noche tras noche.






Minho, el hombre en el que había llegado a confiar y creer.






El hombre del que se había enamorado locamente, ciegamente, estúpidamente, seguía amando a Heenchul. Nunca había dejado de hacerlo.






‑¿Taemin? ‑la llamó su amigo. Debía haberse tambaleado‑. ¿Qué demonios... Dios mío ‑gimió‑. ¿No es aquel Minho, el hombre que esta con...






Taemin no oyó nada más, porque de pronto se echó a correr, ciego, en un esfuerzo por alejarse de allí lo antes posible.






‑¡Taemin!






Ignoró el grito alarmado de Key, ignoró las quejas de la gente con la que se chocó, lo ignoró todo mientras corría, cruzando calles sin mirar, huyendo tanto de sí mismo como de Minho.






‑¡Taemin! ‑la mano de Key lo sujetó con fuerza por un brazo‑. ¡Por amor de Dios! ‑exclamó, furioso‑. ¿Qué pretendes hacer... matarte?






‑Tengo que...irme ‑contestó, jadeando, y empezó a temblar violentamente.






‑Lo que tienes que hacer es calmarte ‑lo reprendió con dureza, y miró a su alrededor‑. ven ‑dijo‑. Estamos a un paso de la cafetería, así que vamos a tomar una copa y me explicas de qué demonios se trata todo esto.






Y guió a Taemin por la calle hasta la cafetería.






‑Y ahora ‑dijo, cuando ya estuvieron sentadas con una copa de brandy delante de Taemin‑, dime: ¿quién era esa hombre rubio? ¿Lo conoces?






‑Era... era Heenchul ‑balbució.






‑¿Te refieres al Heenchul con quien se ha casado Siwon? preguntó con el ceño fruncido‑. Entonces, no pasa nada, ¿no? Es su cuñado.






MinHo está enamorado de él. Siempre lo ha estado.






<Y siempre lo estará, añadió en silencio y cerrando los ojos.






‑toma ‑le ordenó Key al ver que volvía a temblar‑. Lo necesitas. Toma.






Casi desesperadamente, Taemin bebió, y al sentir que los vapores de la bebida empapaban su sistema, empezó a controlarse.






‑Ahora, explícame que quieres decir ‑insistió Key.






Abrió los ojos y el horror estaba claramente reflejado en ellos. Un horror que Minho habría reconocido de inmediato. Pero Minho estaba con Heenchul.






‑Minho está enamorado de Heenchul ‑repitió‑. Creo que incluso estuvieron un tiempo juntos ‑añadió‑, hasta que Heenchul no supo de qué hermano estaba enamorado y terminó huyendo de ambos para irse a pasar una temporada con su madre en Estados Unidos.






‑¿Y cómo sabes tú todo esto?






‑Minho me lo cont6. Yo... oí por casualidad una conversación telefónica y... me enfrenté a él ‑tragó saliva‑. Minho me lo confesó todo.






Key se la quedó mirando estupefacto... aunque, en el fondo, siempre había sospechado que había algo escondido tras la razón por la que Choi Minho había ocupado el lugar de su hermano.






‑Y sabiéndolo, ¿has seguido con él?






‑Yo acababa de perder a Siwon, y él había perdido a Heenchul. El me dijo que por qué no nos consolábamos mutuamente...






‑¡Hombre, qué bonito! ¡Maldito manipulador! ¿Es que no se molestó en pensar lo que ese arreglo te iba a hacer a ti, después de lo que has pasado con Siwon?






‑Los dos lo hemos pasado, y Minho ha sido muy bueno conmigo ‑anadi6, aunque no pudo Comprender por qué lo estaba defendiendo‑. No puedo creer que sea capaz de hacerme daño deliberadamente.






‑Entonces ¿qué haces aquí sentado sufriendo de esta manera?






‑No...






‑¿Qué no? Le retorcería el pescuezo a ese bastardo con mis propias manos.






‑No puede evitar quererlo, Key ‑lo disculpó en voz baja.






‑¿Ah, no? ‑se burló‑. Entonces, si Siwon entrara aquí ahora mismo, te parecería justificable echarte en sus brazos, ¿no?






No. Taemin contestó que no con la cabeza.






‑Con Siwon, no ‑susurró. Pero si fuera Minho...






‑No, Taemin... ‑comprendió Key‑. Estás loco ‑musitó‑. Estás completamente loco...Toma ‑le acercó la copa de brandy‑. Bebe un poco más.






Estaba temblando otra vez.






‑¿Y qué vas a hacer ahora? ‑preguntó Key.






<No lo sé, pensó, cerrando de nuevo los ojos... y deseó no haberlo hecho, porque volvió a ver la expresión de su cara antes de besar a Heenchul.






Y le dolió. Le dolió como nada le había dolido antes.






Sin embargo, ¿qué derecho tenía el a estar sin­tiéndose traicionado cuando sabía desde un principio cuáles eran los sentimientos de Minho? No era culpa suya que el tontamente hubiera cometido la torpeza de enamo­rarse de él.






‑¿Vas a dejarlo?






¿Dejarlo?






El pánico se apoderó de TaeMin. Un pánico atroz que volvió hielo su carne. <¡Dios, ayúdame!»,rogó en silencio.






‑No puedo pensar ahora ‑susurró‑. Necesito tiempo... espacio para...






‑Lo que necesitas, Taemin ‑cortó Key con impaciencia­...¡es quitarte la venda de una vez por todas! ¿Es que no tuviste bastante con Siwon, como para volver a hacer lo mismo con su hermano?






Taemin la miró sin comprender.






‑¿Qué qui... quieres decir? ‑balbució.






Key apartó la mirada.






‑Siwon se burló de ti desde el primer día ‑dijo, cargado de amargura‑. Todo el mundo se daba cuenta... tanta sonrisa embaucadora, todo su encanto no era más que una farsa. Pero tu inocencia te hizo caer en su trampa, ¡y ahora has hecho lo mismo con el cerdo de su hermano! Así que hazte un favor, Taemin ‑suspiró‑. ¡Desaparece antes de que los hermanos Choi acaben contigo!






«Demasiado tarde. Ya lo han hecho>






‑¿Qué crees que habían estado haciendo en ese hotel, eh? ‑preguntó Key.






Taemin se puso de pie, incapaz de asimilar la respuesta.






‑Te... tengo que irme ‑balbuceó.






‑¡No, Taemin! ‑Key lo sujetó por un brazo, y sus ojos estaban llenos de dolor por el golpe bajo que no había tenido más remedio que darle a su amigo‑. Siento haber dicho eso... ¡Por favor, siéntate! Tenemos que seguir hablando. Aún no estás en condiciones de ir a ninguna parte.






No estás en condiciones...






Y seguía sin estar en condiciones cuando llegó a casa de Minho una hora después.






Debería haber vuelto al trabajo, pero no se sintió capaz, aunque tampoco quería estar solo en aquella casa. Durante las últimas semanas, había empezado a pensar en ella como en su hogar, pero ahora había vuelto a ser el lugar más extraño que la tierra podía ofrecerle.






Y al estar allí en medio, pisando el suelo de tarima pulida, pensó en otra casa, en un verdadero hogar, y no en un lugar construido sobre una ilusión.






El único hogar en el que quería estar en aquel preciso momento de su vida...






Cuando el timbre sonó, como a las ocho de la noche, Taemin lo estaba esperando, pero aún así le costó un gran esfuerzo levantarse de la silla desde la que se suponía que había estado viendo la televisión, aunque en realidad, había estado esperando por aquello:






Un enfrentamiento con Minho.






Con la boca seca y el rostro sin expresión, caminó hasta la puerta. Desde dentro podía ver su silueta a través del cristal emplomado, y presintió su impaciencia al oír de nuevo el timbre.






Taemin se pasó las manos por las bolsas de su pantalón. No había vuelto a ponerse aquellos viejos pantalones desde que se marchara de allí, de casa de sus tíos, hacía ya casi dos meses, ni tampoco aquel sencillo jersey de punto. Ambas cosas formaban parte del escaso número de prendas que se habían quedado allí. El resto de sus cosas, seguían colgadas en los armarios de la casa de Minho. No había tenido el valor suficiente para hacer las maletas, sino que se había limitado a dejarle una nota en el estudio, junto con el anillo de compromiso, dentro de un sobre.






La nota sólo decía No puedo seguir viviendo esta mentira Lo siento. El escaso orgullo que le quedaba intacto le impedía confesar que el verdadero motivo de su marcha era que lo había traicionándolo.






Y ahora estaba allí, tal y como esperaba; había venido en busca de la verdad.






La verdad. «Eres un imbécil, Taemin», se dijo mientras con mano temblorosa hacía girar el picaporte.






Allí estaba el, vestido con la misma ropa que le había visto con Heenchul. El mismo traje gris marengo que se había arrugado al apretar al otro hombre contra su pecho para besarlo. La misma camisa blanca, la misma corbata a rayas, aunque flojo ya el nudo.






Su rostro era una máscara inexpresiva y dura que ya había visto antes alguna vez, aunque en aquel momento no recordaba cuando, y lo miraba a los ojos intentando encontrar la confirmación de que aquello no fuera más que un mal chiste.






Pero no lo era, y al final pareció aceptarlo.






‑¿Puedo entrar?






Taemin bajó la mirada y se hizo a un lado.






Minho se detuvo justo delante de él, y Taemin se aferró al porno de la puerta.






Entonces lo vio levantar un brazo, y pensar que iba a tocarlo le hizo dar un respingo, porque no podría soportar que lo tocara. Pero todo lo que hizo el fue soltar la puerta de su mano y cerrarla despacio antes de dar media vuelta y caminar hasta el salón.






Taemin se quedó allí de pie un instante. Necesitaba recobrar fuerzas antes de entrar y enfrentarse a él.










NOta: buena noticia estamos a tres caps de terminar... asi que comenten que les esta pareciendo los ultimos caps!!



2 comentarios:

  1. noooooo como q heechul y minho salieron d un hotel??? es raro..no lo puedo creer de minho...yo se q el ama a tae y todo esto es una confusion... tae tiene q decirle a minho lo q vio a arreglar todo esto su matrimonio no puede acabar no por nada del mundo xfaaaa...me emociona la idea q ya falta poco para el desenlace pero a la ves me da tristeza :( pero igual seguire esperando cada actualizacion :)

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  2. U_U no puedo creer que Minho le pusiera el cuerno a Tae... en verdad pense que lo intentarian...

    Gracias por el cap

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