sábado, 16 de febrero de 2013

P.C. Primer Pecado: AVARICIA




Las formas amorfas que se formaban en el techo de su habitación le parecían hasta cierto punto tétricas por las oscuridad en la que estaba envuelto, su cuerpo estaba cansado, sí, pero el insomnio no lo dejaba conciliar el sueño, el respirar acompasado de Yuri que dormía plácidamente le dio envidia y lo hizo meditar sobre el tiempo que él estaba perdiendo, ya tenía que están en los brazos de Morfeo y acompañar a la mujer en turno con la cual había pasado la noche.




Sintió como la pelinegra se giraba para pasar uno de sus brazos sobre su pecho, la sintió acurrucarse a su costado, pegando su cuerpo desnudo y un tanto frio al de él para poder seguir durmiendo dulcemente, él no hizo movimiento alguno paro no despertarla, solo cerró los ojos un momento para tratar de conciliar el sueño.




En su mente se dibuja la figura del inocente niño de cabellera caramelo regalándole una disimulada sonrisa y el por inercia se la devolvió, podía sentir el aroma dulzón que desprendía el menor rodearlo hasta marearlo.

Su cuerpo se comienza a relajar, poco a poco y con aquella calidez que le brindaba la brillante sonrisa del menor se fue rindiendo ante el sueño hasta que cayó completamente dormido en los brazos de Morfeo.

Desde esa vez en la que el menor sin conocerlo le sonrió de una manera dulce, todas las noches revivía su rostro angelical cubierto por un sonrojo y su sonrisa única como una droga para poder dormirse.




«Taemin»




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Dio un sonoro bostezo sin ni siquiera molestarse por cubrir su boca para que ninguno de sus compañeros o el mismo profesor que estaba dando en ese momento cátedra sobre la historia de la música lo mirara de forma reprobatoria.




Poco le importaba lo que pensara el cretino de su profesor, que aunque no hiciera algo “malo” lo miraba de manera acusadora, al parecer su profesor tenia lago en su contra, pero él no tenía la culpa que la hija de su profesor una rubia despampánate, de unos ojos miel con un cuerpo de infarto, de nombre Jessica lo acosara y lo persiguiera por toda la universidad.




Él no tenía la culpa de ser tan atractivo.




Lo bueno es que la rubia no asistía a la misma universidad, ciertamente su padre era un erudito en el campo de la historia, pero su hija no saco la mente brillante de su “queridísimo” profesor y lo agradecía enormemente.




No negaba que la rubia era extremadamente hermosa, supuso que tal belleza la heredo de su madre, pero le hacia los honores al dicho que dice que las rubias son un tanto estúpidas, ya que con Jessica no se podía mantener una conversación, porque la rubia perdía el hilo de la conversación de una manera fácilmente ridícula, es mas con más de dos palabras tartamudeaba.




Bueno aunque para ser sinceros, el lo que menos quería era mantener precisamente una conversación con ella y hasta el momento era lo que menos habían hecho, claro que esa parte tan diminuta del relato el padre de la rubia no estaba enterado.




Sino en estos momentos estaría castrado.




El profesor posó los ojos sobre los de él retándolo secretamente, pero para él esa mirada era diferente lo miraba como diciéndole que le prohibía estrictamente volver a acercarse a su dorada hija, el lo sabía perfectamente. Si solo su profesor supiera la “joyita” que tenía por hija podía jurar que lo pensaría más de dos veces antes de mirarlo de aquella forma tan despectiva.




«puff, como si la hubiera pervertido»




La rubia, la pequeña hija de papá era todo lo contrario a como se veía. No era tan estúpida, bueno solo sacaba a relucir su “inteligencia” para las cosas que a ella le importaban, porque para lo demás tristemente no heredo ni una pisca del coeficiente de su padre.




Disimulo una sonrisa, se acomodo en su silla y se dispuso a prestar atención, lo consiguió por 5 segundos después aparentando estar con toda la atención del mundo a lo que su profesor explicaba, se reía entre dientes cada vez que su profesor mezclaba los temas más y más como si los alumnos supieren o entendieran de que carajos estaba hablando.




Así era el demonio de la historia, como todos los alumnos lo habían apodado.




El profesor se detuvo de manera abrupta de lo que estaba explicando cuando la puerta del salón se abrió de forma ruidosa y dejo ver a un chico con rasgos finos casi femeninos, con el cabello amarrado en una coleta un poco floja y la ropa arrugada, el joven entraba al salón de manera apresurada con un montón de libros gruesos en sus manos que sujetaba con una fuerza que pensó que jamás podía poseer ese delgado y frágil cuerpo.




Algunos de sus compañeros negaban con la cabeza ante la intromisión del castaño, otros se susurraban cosas al oído, otros más simplemente se reían y veían el pequeño cuerpo que intentaba normalizar su respiración, de manera acusadora y burlona, el solo se limito a observar.




Yuri con la que había compartido la cama hace dos noches, observaba de manera despectiva al joven recién llegado.




—Otra vez tarde!! —escuchó la voz fuerte y autoritaria del profesor, mirando de manera reprobatoria al joven que se volvió rojo casi como un tomate, ante la mirada penetrante de su profesor.




El castaño siempre tenía problemas con los horarios de clase, era bien sabido por todos que casi siempre llegaba tarde a sus clases y prácticas, pero como era el mejor bailarín de la escuela y uno de los mejores promedios, los profesores tenían consideración con él, pero ese no era el caso del “demonio de la historia” era todo lo contrario, aunque el castaño era uno de los mejores promedios en esa materia también.




—Lo…lo siento, pro-profesor —lo vio y escuchó tartamudear mientras intentaba inhalar la mayor parte del aire del salón como queriendo no desmayarse—, el…el...




—Siéntese de una buena vez, Lee —lo interrumpió el profesor frunciendo el ceño en señal de molestia, logrando que el castaño se avergonzara más de lo que estaba y una vez más su blanco rostro se vio teñido de rojo, lo observo detenidamente y lo vio morderse su labio inferior mientras su mandíbula temblaba un poco, los brazos los tenia cruzados sobre su pecho sosteniendo con más fuerza los libros como usándolos a manera de escudo para esconderse—. No quiero escuchar más de sus excusas. Se lo advierto: A la próxima vez no le permitiré que entre a mi clase, entendió. El castaño solo asintió levemente con la cabeza.




Quería bajar y poder decirle unas cuantas cosas al imbécil que decía ser profesor, pero se mantuvo quieto en su lugar, preguntándose ¿es que el castaño no se defendía?




Su respuesta llego más rápido de los que se imagino, cuando el joven Lee comenzó a avanzar con la cabeza ligeramente agachada y pasos un poco torpes a su sitio de siempre, una de las primeras filas y asientos en su salón con forma de coliseo romano, la vio soltar el aire con pesadez una vez que estuvo en su sitio.




No podía comprender como es que el castaño se dejaba tratar de esa manera, era cierto que por ser ellos los alumnos le debían respeto a sus profesores, pero de ahí a dejarse tratar tan, tan, no sabía cómo decir aquello.




No le importaría ser expulsado de la escuela por su comportamiento, pero en esos momentos él era quien juraba que la próxima vez que algo así sucediera, molería a golpes al cretino imbécil que tenía como profesor.




Ignorando completamente como el profesor reanudaba la explicación en donde se había quedado antes de la intromisión del castaño, el solo se limito a observarlo, realmente le parecía una criatura tan inocente, pequeña, frágil y vulnerable, era tan diferente de los demás, era casi celestial sin corrupción alguna en su alma, eso lo podía ver en sus ojos avellanas que solo reflejaban inocencia y pureza.




En sus pensamientos esta el recuerdo de su primer encuentro casual con el pequeño castaño.




*flashback*




Un miércoles por la tarde, el se encontraba prácticamente huyendo, y el castaño yendo al lado contrario de la puerta de la salida que era justamente donde él quería llegar, no pudieron evitar chocar uno contra el otro en el momento que doblaron en la esquina del pasillo.




Se caracterizaba por ser una persona de reflejos rápidos, así que de manera casi automática y fácil rodeo con uno de sus brazos la estrecha cintura del castaño para evitar que se cayera de bruces al suelo, lo que provoco que ambos cayeran al frio suelo, el pequeño castaño encima de su cuerpo y el olor dulzón y embriagador a flores de jazmín que desprendía el menor lleno sus fosas nasales llenándolo de una sensación de paz que nunca había sentido, al tener a una mujer entre sus brazos, es mas nunca había sentido tanta paz en su vida.




Realmente le costó un gran trabajo y uso todo su auto control para poder alejarla de él, se paro y le ayudo a levantarse del suelo, observo como las mejillas de la chica que había ayudado se acumulaba el calor volviendo la piel blanca en un tono rojizo, se sorprendió cuando la joven le sonrió de manera tan sincera mientras se apresuraba a recoger sus cosas del suelo que se encontraban cerca de sus pies, y no entendió el extraño nudo que se formo en su estomago, evitando que pudiera responder a esa sonrisa tan sincera de la castaña, cuando ella termino de recoger sus cosas y se levanto pudo observar el rostro angelical de pura inocencia y aquellos ojos avellanas brillosos tan vivaces que poseía la mujer. La joven le murmuro un "gracias" y una pequeña inclinación antes de irse.




No se dio cuenta cuanto tiempo estuvo parado como un tonto en el mismo lugar, simplemente se quedo shokeado ante esa sonrisa y belleza angelical e inocentona de la q ue era dueña la castaña, se quedo un rato mas parado recordando los ojos, aroma y calidez del pequeño cuerpo de la castaña. Nunca la había visto por lo tanto no sabía en qué curso iba, a la mañana siguiente se sorprendió de sobre manera al descubrir que la castaña angelical cursaba el mismo año que él y contuvo la respiración al darse cuenta que la castaña era su compañera desde hace dos años y el no lo sabía.




¿Podía haber estado tan ciego?




Sí, claro que podía.




En todos eso años no tomo en cuenta la presencia de la castaña por muchas razones, una de esas razones era porque la chica no destacaba mucho siempre vestida con playeras holgadas casi dos tallas más grandes de las que debería usar, pantalones holgados y no tenía el cuerpo exuberante como a él le gustaban.

Salieron de esa clase a la cual no presto la mínima atención por estar viendo discretamente a la castaña, se dirigieron al salón de prácticas de baile ya que el semestre se enfocaba mas al baile, canto, música, aunque a el realmente le aburría por lo tanto casi nuca entraba y si lo hacía no prestaba mucha atención solo seguía a los demás y fue ahí donde lo descubrió.

Muy bien jóvenes hoy no tendremos practica más bien será una presentación especial para el concurso de coreografías de los interescolares y una vez más el que nos representara será el joven Lee Taemin- dijo el profesor de coreografía.

Taemin se dirigió al centro y comenzó con su presentación, se quedo sorprendido al darse cuenta que había confundido a un chico con una chica, se tallo los ojos para ver bien pero un seguía viendo a una castaña que meneaba las caderas de manera sexy?! Y se reprendió mentalmente por pensar de esa manera sobre un hombre.

Luego una sonrisa un poco sensual se dibujo en su rostro por que el era un avara, si, un avaro.




*Fin del flashback*




El no era avaro por codiciar el dinero, el era avaro por codiciar otras cosas que venía de la mano con otro pecado igual de mortal que la avaricia como le había dicho alguna vez su sabia madre, y que en él era muy frecuente.

El se consideraba un gran avaro porque quería a todas las mujeres más hermosas que conocía solo y únicamente para él.

Una vez que tenía en sus manos a una de esas mujeres que son capaces de quitarle el aliento a cualquier hombre, el automáticamente quería a la otra que seguía de la lista mental que tenia de las mujeres más bellas y ardientes.

La avaricia siempre se presentaba en diferentes y trilladas formas, y en este caso; en él se había presentado así.

Era un círculo vicioso, un círculo que jamás se cansaría de saciar.




Desvió su mirada al chico que se encontraba sentado detrás del castaño viéndolo con ojos de amor.

Sonrió de lado y de manera maliciosa al observar la escena.

Aquel idiota jamás podría tenerlo, porque desde el día que ambos habían chocado juró que el castaño sería de él y nada más que de él y su deseo se hizo más fuerte cuando lo vio bailar y menear esas caderas de manera sensual, lo quería para el sin importar que ambos fueran hombres.

¿Por qué?

«Porque soy endemoniadamente un avaro»

1 comentario:

  1. Tan humilde nuestro MinHo… En el fondo, muy en el fondo, deseo que Taemin le enseñe que no todo es fácil en la vida. El chico tiene que aprender de alguna forma, ¿no?

    Espero leer pronto el siguiente capitulo.

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